Simón Bolívar sigue siendo un referente cívico y ético
Pocos próceres han sido reconocidos como Simón Bolívar; pero, paradójicamente, a veces olvidado por las actuales generaciones. Las gestas de Bolívar deben ser investigadas, en cada contexto, y proyectadas hacia el futuro. Esta es una oportunidad.
Caraqueño
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, hijo de don Juan Vicente Bolívar y Ponte y Doña María de la Concepción Palacios y Blanco nació en Caracas, Venezuela, el 24 de julio de 1783.
William Ospina, colombiano, ha escrito una biografía excepcional, diferente, del Libertador. Nunca es tarde para reconocer el valor de Bolívar que soñó por una América unida y que murió traicionado, el 17 de diciembre de 1830.
Libertad y autonomía
Bolívar nació en una familia aristócrata de su tiempo. De ascendencia criolla –su padre era acaudalado– y, evidentemente, con algunos privilegios, Bolívar quedó huérfano de padre a los 2 años de edad, y de madre a los 9 años.
Estas carencias influenciaron en su carácter, pues desde el principio tuvo que afrontar los rigores de su orfandad, mitigadas en parte por la presencia de una negra excepcional, la esclava Hipólita, según palabras del mismo Bolívar: “La única madre que he conocido”.
Esa situación creó en Bolívar, niño, y luego en su adolescencia, una capacidad para luchar contra la adversidad y la búsqueda de nuevos horizontes, con rebeldía y coraje. Se dice que Bolívar tenía en su mente –sus discursos le delatarían más tarde– el afán de la libertad y la autonomía, aún cuando por razones explicables, a los 16 años, en Madrid, jugó en los jardines de la reina María Luisa, donde se sintió incómodo, según referencia de su biógrafo Ospina.
Un episodio que marcó su vida, en ese contexto, fue la muerte prematura de su esposa –María Teresa– por causa de la fiebre amarilla. Esto sucedió en 1802, cuando Bolívar tenía 19 años de edad.
Conmovido por esta pérdida, Bolívar cambió de itinerario. De vuelta a Europa escogió Francia, que entonces atravesaba por una serie de ejecuciones, cuando despertaba la Revolución Francesa. Así, los jóvenes americanos de entonces querían encontrar en Francia y sus cambios buenos pretextos y razones para orientar sus sueños para terminar con el dominio español.