Carla Heredia: 'El ajedrez te invita a pensar antes de actuar'
Carla Heredia, la Gran Maestra internacional de ajedrez ecuatoriana, está empeñada en predicar sobre su deporte. Le encantaría que las plazas de Quito tuviesen tableros para que la gente juegue interminables partidas.
Si considera que puede hacerle calor a Carlita, acuda mañana sábado 13 de enero a La Platea en La Floresta, a partir de las 10:00 y participe de las partidas simultáneas con la ajedrecista.
El año pasado no le dejaron usar su tablero en un centro comercial y desde ahí empezó a volverse más conocida para el público. Este y otros detalles los confesó este rotativo.
Usted es Gran Maestra Internacional, ha estado en el Mundial del Ajedrez. Sin embargo, mucha gente le vincula más con el episodio del centro comercial. ¿Le molesta eso? ¿Le frustra?
Es curioso. Obviamente, la gente se impacta con unas noticias más que con otras. Yo, al caso del ‘mall’ le doy una connotación positiva. Luego del hecho, hicimos una alianza, realizamos dos eventos. Las personas y las instituciones podemos equivocarnos.
Se queda con lo positivo...
Exacto, eso es lo importante. Más allá de eso, cuando me preguntan por lo que pasó aprovecho para completarles mi historia y decirles que tengo el título de Gran Maestra o que en el 2009 fui la primera ecuatoriana en clasificarse a un Mundial de Ajedrez.
Hace continuamente simultáneas (exhibiciones en las que un deportista juega varias partidas a la vez) en espacios públicos. ¿Qué es lo que más le gusta de estos eventos?
El ajedrez es de los deportes más inclusivos, en él no existe esa barrera de separar hombres y mujeres. Es un deporte que no sabe de edades: en un evento que hicimos en el parque Cumandá había desde niños de 10 años hasta gente del 60 y Piquito. Es un espacio para debatir, para preguntar. Cuando preguntas sales de la ignorancia.
Quito es cada vez más caótica y agresiva. ¿Qué ganaríamos como ciudad si tuviésemos más espacios para practicar ajedrez?
En ciudades como Lima, la gente practica ajedrez en el parque Keneddy o en la plaza Francia. En Bogotá, Medellín, hay clubes en donde la gente siempre va a jugar. Sería muy chévere que además de darle wifi a la gente en sitios públicos o una banca, pudieras generarle la posibilidad de estimular su cerebro, de ser menos impulsiva.
Si tuviese que convencer a un padre de familia para que su niño practicase este deporte. ¿Qué le diría?
Le hablaría de las enseñanzas que deja: aprender a manejar la frustración, pensar antes de actuar, analizar los errores, tomar las mejores decisiones. Yo estoy convencida de que tendríamos una sociedad menos violenta si pensáramos antes de actuar. El ajedrez te invita a pensar antes de actuar. Los niños que juegan tienen mejores notas en matemáticas, en lógica, en pensamiento abstracto. Tienen mejor comprensión de lectura.
Organiza mañana (10:00) un evento llamado Jaque y Gol. ¿Cuál es el objetivo de que la gente vaya con camisetas de fútbol a jugar ajedrez?
El Jaque y Gol se realizará mañana en La Platea en La Floresta y es una iniciativa para sacar al ajedrez a lugares más accesibles. Se viene el Mundial y quisimos hacer una decoración futbolera. Lo que queremos proponer es que puedes tener una camiseta distinta a la mía, pero ese no es un motivo para pelearnos. También habrá música, comida y se apoyará a los emprendimientos ecuatorianos.
En Twitter, usted fue crítica con Christian Noboa que se quejaba de que no le daban patacones en la Tri. ¿Siente que el jugador exageró?
Un deportista merece un trato digno, tener sus uniformes, sus pasajes, sus médicos. Pero ya salirse de esos aspectos necesarios y reclamar que no haya patacones suena más a capricho que a una necesidad. Que diga: ‘no necesito hacer dieta, que la haga el resto’, pues a mí me parece que como deportista no se está ubicando.
¿Ud. cree que hay que mimar a los deportistas?
Sí, hay que mimarlo. Pero si nutricionalmente el patacón te va a subir el colesterol, pues es un mimo innecesario. El fútbol no deja de ser un trabajo y hay que ser profesionales. Si eres un gerente y viene un empleado y se enoja por no tener su capuchino con leche de almendras, pues no te sirve, por más que traiga inversión. Es comportarse como niño caprichoso.
