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16 de mayo de 2018 06:55

Cinco años de lucha de una madre

David Romo, desaparecido desde hace cinco años, estudiaba en la Facultad de Comunicación de la U. Central del Ecuador. Su madre sigue en la lucha. Foto: Betty Beltrán / ÚN

David Romo, desaparecido desde hace cinco años, estudiaba en la Facultad de Comunicación de la U. Central del Ecuador. Su madre sigue en la lucha. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Era el 16 de mayo del 2013. A las 22:22 habló por última vez con su hijo, David Romo. Desde ese instante, la vida de Alexandra Córdova dio un giro. Ya nada sería igual.

Por cinco años, había peinado sin éxito la geografía del sector de Rumicucho (norte de Quito), buscando alguna señal de su hijo. Al lugar llegaría el bus en el que se embarcó el joven que estudiaba en la U. Central.

La suerte parecía darle la espalda, pese a que empapeló toda la ciudad con la foto de su primer guagua. Al cabo de un tiempo, la tozudez de madre permitió identificar a los posibles culpables de la desaparición de David y se instauró el juicio a seis personas.

Pese al tiempo, Alexandra aún espera algún milagro. Y para que eso ocurra le reza a su Virgen de La Dolorosa. A ella se encomienda, también para que cese “ese trato cruel e inhumano de parte del Estado, de sus autoridades y fiscales a cargo de la investigación”.

Hoy que se cumplen 60 meses de la ausencia de David, su madre invita a la misa que se celebrará por su memoria, a las 18:00, en la iglesia de La Dolorosa, en la Mariana de Jesús.

Con un semblante muy apagado, Alexandra confiesa que este mes es terrible para ella. En estos días se juntan tres hechos determinantes en su vida: la desaparición (16 de mayo), el cumpleaños de David (31 de mayo) y el Día de la Madre. Está más sensible y cada vez que habla de él, las emociones se hacen agua.

Alexandra es quiteña, divorciada hace 17 años. Tiene 49 años y antes de la tragedia, era comerciante de una firma de cosméticos y comenzaba a estudiar Derecho. Hoy está dedicada a tiempo completo a visibilizar el caso de David.

Cuando más derrotada se ha sentido, aparecen ángeles para decirle: “Hagamos esto, movamos por este lado. Me uno a su lucha”. Muchas veces dijo hasta ahí llegó. Todo porque, asegura, “esta es una lucha desigual, Alexandra Córdova contra todo un Estado, contra un enorme poder. Pero ha estado David para ser la bandera de esa lucha”. Y sigue no solo por su causa, sino por las de otros.

Tanta preocupación le recorta el sueño. Se acuesta pasada la medianoche, después de planificar el día siguiente, de revisar las redes sociales, de conversar con alguna persona. Y se levanta antes de las 05:00, para atender a su hija. No descuida a su niña, una joven que estudia psicología.

Como ya no trabaja, sus padres la mantienen económicamente. “Si no fuera por mis papis y otras personas esta lucha no continuaría”.Con todo lo que ha pasado en estos cinco años ya se puede sentir graduada en Derecho y en redes sociales. Si había algún error en el teléfono o en la computadora, David le solucionaba. Pero desde su desaparición a Alexandra le tocó volverse una especialista.

Su hijo le enseñó a seguir en la lucha pese a las adversidades. “Nuestros hijos valen mucho más que todo aquello”. Y continuará reclamando por él y arropando a las familias que también viven su tragedia.

Y seguirá haciendo una pregunta: “Mijito lindo, ¿dónde estás, qué te hicieron?”. Una costumbre que mantiene desde hace 60 meses, sentada a un costado de la cama y mirando fijamente a la foto de su entrañable David Romo.