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2012-09-06 02:40:34

En Pichincha hay más suicidios

ElEl posible suicida anuncia de a poco la fatal desiciu00f3n que va a tomar. Foto: Archivo/ UN

En los cinco primeros meses del año se han registrado la mayoría de casos. Conozca lo que puede llevar a una persona a tomar esa decisión y las secuelas que deja un suicidio no consumado.u00a0Pasan 12 horas, alguien coloca una pistola en su cabeza y hala el gatillo. Otras 12 más y un adolescente se cuelga del techo con una cuerda. Al otro día una mujer se para en el filo de un puente, respira y salta al vacío. En la noche un joven se encierra en el baño, toma una hoja de afeitar y se corta las venas.u00a0Dos personas cada día. 60 personas cada mes. Desde enero hasta mayo de este año, solo en Pichincha 293 personas han intentado quitarse la vida. 117 lo

lograron. Las 176 restantes fueron llevadas a una casa de salud y lograron ser salvadas. Esas son las cifras que maneja tanto la Dirección Nacional de la Policía Judicial como el Ministerio de Salud Pública.Los casos de intento de suicidio o como se conoce

médicamente 'lesiones autoinfligidas' son más frecuentes de lo que parecen, más aún aquí, en Pichincha. A escala nacional, esta es la provincia que ocupa el primer lugar con el mayor número de personas que han muerto bajo esta modalidad.u00a0Con más de 2 millones y medio de habitantes, en Pichincha se han quitado la vida 117 personas. La provincia que la sigue es Guayas, la cual a pesar de tener 1 millón de habitantes más que Pichincha (3 645 483), no la supera en cuanto al número de suicidios. Tiene 97.

La cifra más baja de suicidios en lo que va del año la tienen Chimborazo, con 458 581 habitantes tiene dos casos y Napo, con 103 697 habitantes, tiene tres. Aproximadamente el 60% de quienes quieren suicidarse no lo logra.u00a0Por desgracia, con el intento fallido no termina el drama. Las consecuencias son graves, en lo físico y en lo emocional, y es cuando más ayuda se requiere.Se apagó la luzTiene un sueño recurrente. Está sentada en una pequeña silla de madera en la casa de su bisabuela materna, en Chillogallo. Escucha un grito que sale desde el cuarto del fondo.Se levanta, camina despacio, cruza un pasillo mientras la madera vieja rechina con cada paso y al abrir la puerta ve un incendio. Las cortinas, hechas de sábanas floreadas, arden en llamas y en la cama se ve a ella misma con cinta de embalaje en los ojos mientras un hombre grande, muy grande, la viola. Quiere gritar pero no puede. En eso el hombre desaparece y queda el cuerpo de ella inerte. Entonces despierta. Sueño eso desde que tengo unos 16 años. No sé por qué, nunca me han violado y obvio, sigo viva, dice Eugenia entre dientes, mientras sus labios sostienen un cigarrillo y sus manos acercan un fósforo para encenderlo.Eugenia ha intentado quitarse la vida dos veces. La primera cuando tenía 15 años y la segunda hace cuatro meses, cuando cumplió 26. Rubia, blanca, altau0085 con su clóset y sus alacenas llenas, y con una mirada agazapada que le ha marcado prematuras patas de gallo alrededor de los ojos.

u00a0Fueron dos vecesMorir nunca le produjo miedo. Al menos no hasta dos minutos después de haber abierto un frasco de pastillas y habérselas metido en la boca. Como era la segunda vez, pensé que ahí sí me iba a morir. Pero cuando terminé de tragar sentí que los pelos se me pusieron en punta.u00a0Empecé a temblar y me venían vacíos horribles en la panza. No podía sacarme la imagen de mis dos hijos

de la cabeza. Me puse a llorar. Me tomé otro vaso de agua, y otro más. Luego quise vomitar pero no pude. Yo misma llamé a la ambulancia, recuerda sentada en la cama de su cuarto, mirando fijamente ese cigarro maltrecho que hace poco encendió y que ya ha perdido forma de tanto que lo amasa con sus dedos.Dice estar mejor que hace cuatro meses, aunque ahora se le cae el pelo, sus ojeras parecen haber sido estampadas bajo sus ojos y el borde izquierdo de su boca tira hacia abajo. Con frecuencia le laten el párpado y la nariz. Debe asistir a terapias una vez por semana. Además de visitar al psicólogo particular, que le cobra USD 40 la consulta, debe ver al psiquiatra y al bioenergético.u00a0Lo peor ya pasó, dice, No estoy loca. La gente me ve como si lo estuviera, pero soy una mujer normal, insiste con esa voz baja que mantiene durante toda la charla.u00a0No hay una razón específica por la cual una persona opte por el suicidio como única salida. Sin embargo, Bélgica Vásquez, de la Clínica del Suicidio, explica que quien lo hace es porque atraviesa un período de depresión o porque padece de algún tipo de enfermedad mental como esquizofrenia, bipolaridad o algún trastorno de personalidad o como consecuencia de la enfermedad, llega al suicidio.Eugenia enciende otro tabaco. Cuenta que los doctores le han recomendado tomar antidepresivos. El que toma se llama Neurapas y se lo recetó un bioenergético. Al principio tomaba seis pastillas al día, dos con cada comida. Ahora solo toma una. Ya no me quiero morir, dice e inhala el humo de su cigarrillo. Nunca más, pronuncia y exhala.ReincidenciaSegún la Organización Mundial de la Salud, el 50% de las personas que intentaron quitarse la vida y no lo

lograron, vuelve a intentarlo en los tres meses siguientes, después de la primera agresión.u00a0Vásquez explica que esa idea de que como ya intentó y no pudo, no lo va a volver a hacer, es falsa. Es todo lo contrario, el riesgo aumenta, por eso es fundamental el tratamiento con especialistas y, sobre todo, el apoyo de la familia.u00a0Una vez que la persona es salvada debe ser puesta en manos del equipo de salud mental del centro médico, para que la valore y saber por qué lo hizo.Yo lo hice por tonta, revela Eugenia. La primera vez fue porque sentía que nadie me amaba. Mis papás divorciados, con mamá solo peleábamos, en el colegio me quedé en siete materias a supletorio. Me refugié en mis amigas y en mi novio. u00a1Guambra zonza! Mi mejor amiga se fue a la cama con mi enamorado y se embarazó y yo me tomé una botella de Trópico y me quise matar.u00a0Podría decir que esa vez tuve un motivo, pero la segunda no. Me casé hace un poco más de siete años. Tuve dos hijos. Descubrí a mi esposo con su amante, una compañera de su trabajo, y no sé por qué volví a sentir que no valía nada.Eugenia, vestida de negro, casi nunca llora. u0093A pesar de lo que he hecho, Dios me ha bendecido. Mis dos hijos son ahora quienes me dan fuerza. ¿Quiere conocerlos?, pregunta y se levanta apresurada (por primera vez) y algo ansiosa. Él es Ángel, de 5 años, y Martina, de 3. Si alguna vez les pasara algo, me muero. Ahí sí me muero.No hay edadNo hay una edad específica para que una persona intente suicidarse, de hecho, la OMS señala que todos somos, en algún momento de nuestras vidas, posibles suicidas, solo que ciertas condiciones hacen más vulnerables a unos que a otros.La persona más joven que Vásquez recuerda que

haya intentado quitarse la vida tenía 8 años. Un día puso una cuerda alrededor de su cuello y saltó.

Sus padres peleaban a diario y luego se desquitaban con el menor. No murió, pero antes de que lo encontraran en su habitación había sufrido de asfixia,

por lo que resultó con daño cerebral. Recibió rehabilitación, pero terminó con una parálisis del lado derecho del cuerpo.u00a0Según las estadísticas del Consejo Provincial de Salud, el rango de edad en el que se presentan más casos

de suicidios es entre los 16 y 49 años. Todos conocemos a alguien que lo ha hecho. Muchos lo piensan, pero no se animan. Don Hermógenes, amigo de mi abuelo, también se suicidó, comenta Eugenia.

u00a0Los adultos mayores también son presas del suicidio. Vásquez explica que ellos tienen más riesgos porque se ven solos, aislados, a veces tienen enfermedades crónicas y tienen poca fuerza para afrontar la situación.u00a0No lo haganHay quienes dicen que segundos antes de perder el conocimiento, los suicidas se arrepienten de haberlo hecho. Que antes de sentir la última punzada la persona se pregunta ¿por qué estoy haciendo esto?u00a0Eso le consta a Eugenia. Yo me arrepentí. Por Dios les pido que no lo hagan. Si yo pudiera volver el tiempo y evitar el daño que me hice, el dolor que causé a mis hijos, a mi mamá... Si

solo pudiera..., dice y apaga su séptimo cigarrillo.u00a0Al granoEn la Clínica del Suicidio hay ayuda especializadaBélgica Vásquez, Especialista de la Clínicau00a0La Clínica está conformada por un psiquiatra, unmédico psicólogo, un trabajador social, una enfermera y terapia ocupacional. Son cinco profesionales dispuestos a ayudar a aquellas personas que piensan en la muerte como una alternativa.Si los médicos de las distintas casas de salud de la ciudad encuentran que uno de sus pacientes presenta riesgo elevado, nos lo remiten acá. Este es un centro ambulatorio. Vienen ciertos días a ciertas horas. Es fundamental el apoyo de la familia en el proceso de recuperación del paciente. Ellos forman parte fundamental en el tratamiento. Aquí trabajamos por períodos de ayuda trimestrales. El trabajo que hacemos con cada paciente es especial. Una parte es grupal y otro individual.Si uno de los pacientes está deprimido y a pesar del tratamiento no puede superar el estado, entonces es necesario recetarle medicamento. Si alguien necesita atención, puede llamar con toda confianza al 228 8921, un especialista estará dispuesto a tenderle una mano. Estamos ubicados en la esquina de las calles Ambato y Bahía, antiguo Hospital San Lázaro.u00a0¿Cuál cree que es el motivo más fuerte que impulsa a un suicida? Déjenos su comentariou00a0Noticia relacionada:u00a0 Los suicidios abundan Así provoca el suicidio Ola de suicidios en Europa por crisis