Todos se divierten en los futbolines

El partido está empatado. El equipo de azul forma su defensa mientras el de rojo ataca con fuerza. Un patazo de media vuelta y u00a1gol! Los seis niños saltan emocionados.Festejan solo unos segundos y la bola vuelve a rodar sobre la tabla del futbolín. Los muñecos de madera adheridos a una barra metálica que cruza la cancha de un lado a otro hacen delirar a los pequeños.

Cada tarde, la plaza de Cotocollao se convierte en un estadio donde las personas juegan hasta que les duela las muñecas. Por 50 centavos, tienen derecho a gritar siete goles en cualquier arco. El partido a veces dura cinco minutos, pero puede extenderse hasta 10.

No solo los niños practican esta actividad. María Archira, de 21 años, casi ni respira mientras se esfuerza por ganar el partido. Con su cartera bajo el brazo, se emociona y grita cuando hace o cuando le hacen un gol. Pueden jugar hasta las 20:00.

En la noche, las luminarias del lugar (10 focos en la carpa), hacen que la pequeña pelota sea visible.

Redacción Quito (I)