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2014-09-15 06:24:51

Gresca en la disco

Los Mejía tenían dos motivos para celebrar. Y por eso se citaron en una discoteca de la av. Atahualpa, en el sur de Quito, el sábado. Pero el festejo casi termina en una tragedia, de la que pese a todo salieron bien librados.Ayer, Carlos Mejía relató a este Diario el susto que vivió junto a su hijo y a varias chicas. A la Unidad de Flagrancia de la Policía acudió adolorido y con dificultad para hablar por los golpes de botella de vidrio que recibió en la nariz y en el labio superior.

Era una noche para festejar porque el segundo de sus seis hijos cumplía 19 años. Michael además estaba emocionado porque días antes había rendido las pruebas psicológicas para ingresar a la Policía. Y tenía el presentimiento de que sería admitido.

Don Carlos tiene 44 años. Estaba dichoso porque su hijo podría cumplir su anhelo. Así que aceptó la invitación. Era el chofer a cargo y se comprometió a conducir a la casa a su hijo y a sus amigas.

El ambiente estaba muy animado a eso de las 02:10, en una discoteca del sur cuyo nombre comienza con la letra C. Entonces cinco personas que se encontraban en una mesa junto a ellos supuestamente empezaron a molestar a las chicas que acompañaban a Michael.

El chico, aseguró su padre, solo quiso defender a sus amigas. Y les pidió a los otros farristas ser respetuosos con las mujeres. Eso no les gustó. Y reaccionaron de forma muy violenta. De pronto, los Mejía pasaron de la alegría de una celebración al susto y a la incertidumbre de sentirse atacados.

Carlos relata que en segundos vio a los hombres de la otra mesa volverse agresivos. Uno rompió una botella y la utilizó como arma para atacar a su hijo. La golpeó contra su brazo izquierdo. El vidrio dejó muy lastimado al chico. El padre vio que una parte de la extremidad se desprendía. Y por eso actuó de inmediato.

Encaró la situación y trató de ponerse en el medio. Pero también fue atacado. Con otra botella rota recibió un impacto en la nariz. No recuerda nada más. Le contaron que se desmayó y que en el piso lo patearon. Gracias a Dios las chicas fueron a pedir auxilio y personal de la UPC de la Michelena acudió, recordó ayer.

Su hijo estaba hospitalizado en el Eugenio Espejo, con los tendones lastimados. Y él como padre quería un castigo para los agresores.

Redacción Quito (I)

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