No olvidarán esa noche

'Son cinco'. Andrés Y. se refiere al número de celdas que se encuentran en la Unidad de Flagrancias, donde pasó el miércoles en la noche, el jueves y el viernes por la mañana. Es uno de los detenidos en las protestas que se desarrollaorn el miércoles en los exteriores del Colegio Mejía.El espacio es reducido, todo se ve blanco y hace mucho calor, cuenta. Solo se ve una puerta y un vidrio. Un joven colombiano que fue detenido el jueves en las protestas explicó que él en la celda no pudo dormir ni un minuto.

Andrés Y. contó que les sacaron los cordones, bufandas y cadenas y les explicaron que con eso podían hacerles daño y que esa medida era por precaución. 'Nunca pensé estar ahí' refirió el muchacho. Contó que miró una fila de botellas con un contenido amarillo y supo que las usan para hacer el baño cuando el guardia no viene pronto para llevarlos.

Compartió la celda, dice, con presuntos delincuentes. A uno lo habían detenido por portar un arma. Lo que más extrañaba era un cepillo de dientes. Al final, la autoridad resolvió liberar a los nueve detenidos en las protestas del miércoles en las afueras del Mejía pero les dictaminó medidas sustitutivas a la prisión preventiva. Deben acudir cada ocho días.

En las afueras de la Unidad de Flagrancia también estaban ayer padres de familia de quienes fueron detenidos el jueves en las protestas en el Mejía.

Un padre y una madre llegaron con ropa limpia para su hijo porque les habían dicho que debía estar presentable en la audiencia. La mochila con la ropa que usaba el joven les fue entregada y eso les hizo romper en llanto: el pantalón estaba roto desde la basta hasta la altura de la rodilla y envuelto en sangre. La chompa tenía marcas de sangre.

Elizabeth Piñán, de 41 años, dijo que a su hijo, detenido el jueves, lo golpearon y que por eso llegó a Flagrancias para denunciar a los policías.Redacción Quito (I)

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