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2015-02-26 06:55:26

La Patrona de La Cantera

EnEn el interior de la casa de citas procuran cumplir con las normativas para estos sitios. Fotos: Pau00fal Rivas/u00daN
David Landeta

El cabello rizado, un cuerpo torneado y una mirada vivaracha son los rasgos de La Patrona de La Cantera. Esta especie de Virgen tiene el sello de las trabajadoras sexuales. Es el resultado de una mixtura de los rasgos de las mujeres que, a diario, de 10:00 a 18:00, se ganan la vida en la zona de tolerancia del Centro Histórico de Quito.La Patrona de la Cantera es la guardiana de las cerca de 150 mujeres que laboran en dos de los cinco establecimientos de diversión, que funcionan en el barrio San Roque. Dos están por reabrir y uno en espera.

Con un vestido blanco y largos aretes, también da la bienvenida a los clientes que ingresan al Danubio Azul, el primer local en ser inaugurado en la zona, como parte del proyecto de relocalización de las trabajadoras sexuales del área patrimonial, en el 2006.

Los ojos de una, el cabello de otra y las curvas de una tercera chica. En su mano izquierda, La Patrona tiene una especie de balanza y, en uno de los extremos, un bebé.

La balanza está inclinada hacia el lado donde está el niño. Es un símbolo de lo que para ellas resulta más importante. En el otro extremo, con menor peso, se puede ver un cofre con dinero y joyas. La imagen estuvo a cargo de grupos sociales y culturales, relata Lourdes Torres, presidenta de la Asociación Prodefensa de la Mujer (que agrupa, dice, a unas 3 000 trabajadoras sexuales de centros de tolerancia de Quito).

La guardiana es, además, fiscalizadora de los clientes; quienes llegan al Danubio Azul no pueden ingresar sin documentos y tampoco con ganas de armar pelea.

Puertas adentro, el trabajo de las chicas, aunque en la mañana son pocas, empieza con el piso limpio, un aroma floral y luz tenue. Al fondo, en la pared de un pequeño escenario, sobresale la imagen de una mujer cubierta, ligeramente, por flores. En la tarima hay un tubo, donde, en ocasiones, bailan las muchachas.

Doce habitaciones son el sitio de trabajo. Cada una con una cama, un baño y una ducha.

Doña Susy (nombre cambiado) llegó al local hace apenas dos semanas. La mujer, quien nació en Colombia, es la encargada de mantener limpios los cuartos. Cada vez que sale una pareja debe repetir la tarea.

Cada detalle se cuida, comenta Torres, quien empezó en el oficio hace más de tres décadas y ahora es la encargada legal del lugar.

Los caballeros, luego de pagar los USD 12 por la ficha, reciben papel higiénico y un condón.

Allí también está Italia Vaca, exdirigente. Ella es reconocida por ser quien sacó la cara por las trabajadoras sexuales en los años del reordenamiento y estuvo en los inicios de la fundación. Hace unos años, sufrió un infarto cerebral, pero se levantó y cada día llega a La Cantera para trabajar en la administración.

El Danubio Azul, al igual que los cuatro locales restantes, están al filo de una pendiente. Detrás del centro de tolerancia, en el patio, las mujeres guardan una piedra, que hace tiempo cayó de la peña y es el recordatorio de que viven al filo del peligro.

Ana Guerrero. (I)guerreroa@elcomercio.com

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