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2011-04-06 17:48:23

Floreana, paraíso infernal

LaLa isla atrau00eda a los extranjeros por sus espacios turu00edsticos. Foto: Archivo/ UN

Llegaron, pues, entre 1929 y 1932 ocho personajes u0096varios de ellos alemanes- a la pequeña (173 km cuadrados) isla Floreana (o Charles), en el suroriente del archipiélago de Galápagos. Todos ellos dispuestos a instalarse en ese territorio que poco antes yacía solitario, aunque tenía ya su historia.El doctor Friedrich Ritter y su pareja Dora Strauch u0096alemanes, que abandonaron a sus cónyuges- llegaron en septiembre de 1929, dispuestos a vivir allí hasta el fin de sus días, soñando en morir con más de cien años gracias al aporte de la naturaleza.u00a0En agosto de 1932 aparecieron por allí Heinz y Margret (o Margarita) Wittmer u0096también germanos-, acompañados de su hijo Hans, de 12 años. Su objetivo era la buena salud del enfermizo niño.El remate fue en octubre del mismo año, cuando llegó una dama austriaca, presentándose nada menos que como Eloisa Bousquet baronesa de Wagner Wehrborn e identificando a sus acompañantes Phillipson, Lorenz y Valdivieso. Su plan era construir un hotel para millonarios, con el nombre de Paraíso.u00a0La baronesa u0096interesante, pequeña, casi cuarentona, con algún atractivo pero sin llegar a hermosa- rompió la paz de la isla con sus desplantes y provocaciones y más cuando apareció un día exhibiendo amenazante un revólver, siempre protegida por sus amigos, guardaespaldas, novios o lo que fueran.u00a0Ella y Ritter escribieron ocasionalmente en periódicos alemanes, llamando la atención de los lectores sobre la isla u0096ubicada a mil kilómetros de Guayaquil, el puerto clave del Ecuador- y su colonia sui generis.u00a0Las noticias llegaron a Estados Unidos y otros países, dando paso a la visita de curiosos u0096como el millonario estadounidense Allan Hankoc, con su yate Velero-, de un escritor o periodista alemán y de amigos residentes en otras islas galapagueñas, entre ellos el noruego Trigve Nuggerud y el danés Knut Arends, entre otros.u00a0Por esa época, Adolfo Hitler ascendía al poder en Alemania con sus ímpetus bélicos y racistas mientras en el Ecuador ascendía el político doctor José María Velasco Ibarra.

u00a0Islas encantadasLas islas fueron descubiertas casualmente en 1535 por el obispo de Panamá, el español Tomás de Berlanga, quien realizaba un viaje marítimo al Perú.u00a0Berlanga y los suyos no se fueron bien impresionados. Las islas que vieron estaban cubiertas de piedras y lava y solo había contados espacios que se podrían dedicar a cultivos.u00a0Los atractivos eran unos animales antediluvianos como los galápagos y las iguanas y unas aves bobas que no se espantaban con la presencia del hombre, según cuenta Octavio Latorre en su libro La maldición de la tortuga.u00a0Berlanga mandó una carta al rey de España, anotando los puntos de interés y, de paso, la dificultad para encontrar agua dulce.u00a0Los que se aprovecharon de Galápagos fueron los piratas ingleses y franceses, que asaltaban las posesiones españolas y se refugiaban en las islas. Guardaban en las bodegas de sus naves cientos de inocentes tortugas que u0096debido a su resistencia- les servían de alimento por varios meses.u00a0El bautizo de la islaUn ecuatoriano nacionalizado u0096José de Villamil- tomó posesión de las islas en nombre del Ecuador, el 12 de febrero de 1832, durante una ceremonia realizada en una isla interesante, a la que bautizó como Floreana en homenaje al presidente (el primero) Juan José Flores.u00a0Villamil quiso fundar allí una colonia. Pero cometió dos errores: escogió un grupo de penados y otro de ciudadanos urbanos, que pronto quiso regresar al continente. Los reclusos se rebelaron, adueñándose de la isla y buscando naves para fugar, constituyéndose así en un peligro por su crueldad. El científico inglés Charles Darwin visitó las islas en 1835 y encontró allí detalles para reforzar su tesis de la evolución de las especies. En julio de 1878 fue asesinado en Floreana por sus trabajadores el español José Valdizán, quien desarrolló durante nueve años un proyecto para explotar la orchilla, una planta usada en tintorería. Buena parte del grupo laboral lamentó el suceso que le dejó sin trabajo. Desde 1925 hasta 1928, la isla Floreana fue escenario de un intento de colonización por un grupo de noruegos, ciudadanos considerados excelentes marinos, pescadores afamados, buenos labradores e impecables ciudadanos. El proyecto contemplaba labores tanto de pesca como de cacería y agricultura. Hubo varios aportes, pero fracasó.u00a0La sorpresaLo próximo fue la presencia de los alemanes y de la baronesa. Los problemas se fueron acumulando y la singular dama se convirtió en enemiga declarada de los Ritter y de los Wittmer. Ellos, a su vez, llegaron a odiarla y temerla, más aún cuando un día realizó un disparo y apareció herido el danés Knud Arends. Mientras tanto, las relaciones entre el doctor Ritter y su pareja Dora marchaban con altibajos, pero con tendencia a dañarse. Un día ella contó a Margarita que su novio la maltrataba y era un personaje muy difícil de tratar, cada vez más aislado y que alguna vez dijo que no vería mal que viaje a la isla su esposa, a quien había dejado en Alemania.Margret Wittmer fue muy feliz con el nacimiento de su hijo Rolf, el primer día de enero de 1933. El mayor, Hans, continuaba con problemas de salud pero cada vez se sentía mejor con el ambiente de la isla. No faltaban los visitantes y la pequeña colonia de la isla Floreana ocupaba espacios en la prensa internacional. Hasta que en noviembre de 1934 los tabloides publicaron titulares de primera página en Alemania y de menor dimensión pero también llamativos en otros países. Desaparecen de la isla Floreana la baronesa de Wagner y su amante Phillipson. No hay rastros.u00a0Más de anécdotas:La gran fuga de 'Felipillo' Borjau00a0u00a0