placeholder
Noticias
2015-12-01 06:14:09

Quito era una laguna

EnEn Cotocollao, parroquia del norte de Quito, se celebran las yumbadas, testimonio vivo de una cultura milenaria. Archivo / u00daN

Desgraciadamente hace 2 500 años el poblado que parecía destinado a convertirse en una gran ciudad fue sepultado por la ceniza volcánica del Pululahua (año 500 a.C.). Yo siempre me había imaginado esa escena como la de los últimos días de Pompeya, pero cierto historiador sin imaginación me asegura que sí hubo tiempo suficiente para huir con las pertenencias.Lo más hermoso de este relato es que es real. No es una leyenda como la de la loba romana ni una historia discutible como la del Reino de Quito; ha sido comprobado por la arqueología y la geología. Hasta hace menos de 20 años (n.d.l.r.: este texto data de 1994) no se sabía casi nada sobre el antiguo Quito. Por supuesto, me refiero al lugar que ocupa la ciudad, porque el nombre de Quito se aplicaba al Ecuador actual (y a zonas más extensas que hoy están dentro de los límites de Brasil, Colombia y Perú) en el período colonial.Según Juan de Velasco, historiador jesuita del siglo XVIII, Quito fue la capital de un gran reino y, tras la conquista incásica, se convirtió en el segundo Cusco.Esa es la historia que nos enseñaron en las escuelas, y los pocos que osaban dudar del dogma del Reino de Quito eran tildados de traidores (como le pasó a Jacinto Jijón, uno de los mayores valores de nuestra cultura).

Los arqueólogos auténticos optaron por guardar un respetuoso silencio frente a las afirmaciones poco confiables de Juan de Velasco e, inconscientemente, dieron la espalda a la comunidad (u00a1allá los locos!), lo cual permitió que los textos escolares siguieran hablando de la historia del Reino de Quito, con el mismo dogmatismo con que algunos leen El Génesis o El Capital.

En resumen, hasta 1976 unos decían que Quito fue el segundo Cusco mientras otros aseguraban que, desde el punto de vista arqueológico, Quito era una laguna. En la afirmación de que Quito era una laguna reside un doble sentido. Para entonces ya la geología había demostrado la existencia de una laguna donde hoy se levanta gran parte de la ciudad. Pero tal como aquella laguna geográfica había sido rellenada, pronto lo sería también la laguna de nuestros conocimientos sobre la Prehistoria.

En 1976 se encontraron los restos del poblado de Cotocollao milagrosamente preservados por la ceniza volcánica. Los siguientes años darían más y más información, ya no solo de Cotocollao sino de otros sitios más cercanos donde se habían encontrado restos de la misma época y de la misma cultura. Se calcula que, al momento de la erupción, el valle de Quito debía tener unos 3 000 habitantes.

Una prehistoria que hace sentir orgullosos a los quiteños pero que aún está incompleta. Faltan los capítulos siguientes, en especial el que corresponde al Quito preincásico. Cuando se posean más datos verdaderos, veremos que la verdad es más bella que la ficción, por arraigada que esta esté. Lo cual no impide que una persona sensible pueda refrescar su espíritu con leyendas que, en el fondo, contienen la esencia de la sabiduría popular.

Texto escrito por Edwin Hidalgo. Tomado del libro 'Quito: tradiciones, leyendas y memoria', compilado por Édgar Freire Rubio, Libresa 1994.