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2016-02-06 11:29:25

El carnaval se jugaba con perfume

EnEn 1989. En la plaza de San Francisco (Centro Histu00f3rico) hubo un desfile. Foto: Archivo / u00daN.
Carla Sandoval

Elementos poco usuales como chisguetazos de perfume o colonia era lo que se usaba para jugar con todas 'las de ley' en las calles de la ciudad.Alfredo Fuentes Roldán, en su libro 'Quito: Tradiciones, tomo III' relata el origen de esta costumbre. Vieja costumbre venida de fuera, según la gente que sabe y así lo asevera, pues entró al finalizar la Pascua navideña.Y los elementos parte de esta fiesta fueron: los chisguetazos de perfume y talco aromatizado, lasharinas, las anilinas, los huevos de gallina y más...

Hubo tal desorden, que en los siglos XVII y XVIII, la Iglesia reprimió los excesos en esta fiesta. El Congreso Extraordinario también prohibió el juego en 1868 por decreto.

En esta época los cascarones, entraron en escena. Fuentes los describe: fabricados en casa, en moldes redondeados o levemente alargados, de barro cocido, en los que se vertía cera líquida coloreada, formando -al condensarse- una delgada capa consistente que permitía recoger dentro de su cavidad una buena porción de agua de colonia.

Estos proyectiles, que al impactarse desprendían la fragancia, fueron también un símbolo de coqueteo. Luego llegaron las pequeñas bombas o globos, fabricados con delgado caucho y el perfume fue reemplazado por el agua.

Otros elementos se añadieron, como el uso de talco perfumado para el rostro. El autor señala que esto podría ser un rezago del uso de la máscara.

En lugar del talco se utilizó polvo de maíz, la maicena o cualquier clase de harina. Pero ¿cómo se jugaba?, según Fuentes, las calles y las casas fueron los campos de batalla.

Fue un juego familiar en el que las lavacaras y todo envase era útil para no dejar a nadie seco. Las piletas de las casas también fueron usadas por las familias para declarar al vencedor y sumergir al perdedor.

En ese ambiente de algarabía el aguardiente de caña de azúcar que era algo endulzado, anisado y de nombre Mallorca-Flores de Barril -recoge el autor- era repartido acabado el juego.

Este trago podía ser u00adreemplazado fácilmente por las puntas, que el autor describe como una bebida satánica, que tiene fuerza tal como para perforar los gaznates más avezados. Otra de las bebidas que hacían quitar el frío de la mojada era el canelazo.

Mientras se lo degustaba, otros tendían la ropas para que se secaran.

La comida también era imprescindible en una fiesta como esta.

Alejandro Andrade Coeu00adllo relata en su artículo Fiestas del Carnaval, como esos días en que la algarabía cubría las calles de la ciudad se debían quedar en casa porque se declaraba a la ciudad como estado de sitio: Turbas de desarrapados, organizadas por barrios, corrían vociferando con su grito de u00a1Guerra!, agua, agua.

Andrade describió como los carnavaleros exhibían la ropa más vieja, otros volteaban los sacos, lucían pintarrajeados todos, irreconocibles, hechos una lástima, obligaban a que se atrancaran las puertas, se cerraran ventanas, porque los jugadores hasta llevaban sogas, escaleras y cenizas para someter a sus víctimas.

Andrade refiere que por los años de 1870, los carnavaleros se ganaban una tienda, o una casa para cometer en ellas mil troperías. Lo que estaba al alcance de las manos se llevaban para exigir un rescate?.

Era un contento histérico, una lucha desaforada, un furor enfermizo, alegría brutal e impulsiva que arrastraba larga cola de enfermedades...

Érika Guarachi Contenido Intercultural (F)

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