'No soy famoso, soy popular'
El pionero del teatro callejero en la ciudad
siempre exige la misma cosa: respeto.u00a0Con una cinta amarilla que dice peligro han cercado el círculo de hierba donde se ponía
Carlos Michelena. Llega lentamente, son las 10:40 y lleva 10 minutos de retraso a su función en El Ejido. Sus horarios son flexibles. La libertad es una de sus posesiones más valiosas. Por eso abandonó el teatro de sala, hace cerca de 25 años. Y por eso abandonó el pequeño espacio que tenía en la
televisión.
Por eso
y por ser coherente consigo mismo, según dice, en cada función.
Seguramente le preguntaron muchos ¿por qué se salió? y antes de que algún curioso
lo vuelva a hacer, él mismo dice: u0093No podía estar criticando a los dueños de los canales y ser parte de la misma coladau0094. El público ya lo ha estado esperando. Cinco hombres jóvenes reunidos al pie de la cinta de peligro fuman, hacen chistes y
recuerdan algunos del Miche. Se saben de memoria los números del veterano actor callejero, pero lo disfrutan igual.Las facturasViene, como cada martes, jueves y viernes, conversando con su amigo y albacea, César Santillán. Lleva una gran maleta negra en la que anda a cargar a los últimos nueve presidentes , o sea
sus máscaras, pero cuando se las pone uno no puede diferenciar la realidad de la caricatura.Antes de empezar su rutina de calentamiento
se acerca
un hombre con
casco de moto en la mano
y un maletín con
papeles. Ha hecho
una pausa en su trabajo de mensajero para
saludar al
Miche. -¿Cómo así le ha clausurado el SRI?, le dice en tono
amistoso, señalando
la cinta amarilla.Michelena
tiene
56 años, 37 en el teatro
y
más de 25 en la variante callejera.
Quizá el excesivo
trato con policías, nacionales o municipales,
o con
gente que no
entiende su
trabajo, le han forjado ese
aire hosco
que
lo rodea cuando no está en escena, esa aura
suya
siempre a la defensiva. El actor le lanza una mirada de desconfianza al
mensajero. Pero luego entiende que detrás del
chiste no
hay ninguna falta de respeto (el respeto es
un concepto
fundamental en el Miche,
ha marcado
su vida
dentro y
fuera del parque). Y sonríe. -Es que no estaba dando facturas.
Si
la factura cuesta dos centavos y aquí solo ponen uno.
Qué ha de ser eso... demás también... Vuelve a desplegar esa sonrisa amplia que le llena de arrugas el rostro moreno, cubierto de una barba
completamente blanca. También carga un bolsito blanco del que siempre extrae un velo de poliéster brillante, un cofrecito adornado con
campanitas
y un pequeño megáfono del que
sale un ruido de sirena, mientras el actor corre
descalzo, llamando a los
curiosos a
gritos. Luego dice: u0093Primera llamada. El público pasa se sienta en las butacas. Mientras el actor está en el camerino,
nervioso, preparándose
u0094. Payaso de a
de veras Michelena
empezó como actor en 1973.
Fue parte de los grupos
Teatro Ensayo, Ollantay, UNE y
Malayerba.
A fines de los setenta
optó
por el camino que transita hasta hoy, un camino menos
prometedor pero más libre: la calle.En casi todas sus funciones repite lo mismo: u0093La otra vez me saluda uno en la calle. Licenciado me dice.
Con respeto a los que hayan estudiado, ¿cuál licenciado, pues?
Ni la primaria tengo. Siete años pasé en la Simón Bolívar. Salí
porque ya necesitaban el pupitreu0094.Su
rústico
orgullo popular hace reír
a la gente, pero además
la identifica. Ese pararse de frente a una vida
dura, pobre, sin comodidades,
hace que el público admire
al
hombre que sabe decir lo que todos quisierámos
decir pero no sabemos cómo.
u0093Me dicen que soy famoso. Mentira. Popular es lo que soy, porque
siempre estoy con la genteu0094.
Con la gente, es decir contra el poder.
Como buen
quiteño de San Juan, el Miche es
contestatario ,
rebelde, y medio pendenciero.
Detrás de sus
chistes
y su discurso, se agita una frustración y un
pesimismo cuyo blanco favorito son los políticos.u0093Yo debería estar allá (dice señalando hacia el edificio de la Asamblea).
Yo sí soy payaso de a de veras, y no como esos payasos
que ni hacen reír y se visten de terno para robaru0094. Esa ira, ese secreto rencor en contra de una sociedad que
lo margina, esa tremenda bronca de un tipo inteligente que no
cree
en la
política, eso es lo que lo hace tan popular.