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2012-05-05 17:44:00

Las manos que alivian con el alma

Lucu00edaLucu00eda perdiu00f3 la vista debido a un tratamiento mu00e9dico. Foto: UN

Lucía Gordillo García es fisioterapeuta invidente. Un mal momento en su vida no la detuvo.u00a0¿Puede existir algo más extremo, más al filo de la cornisa que quedarse ciego? Pues... sí, cuando a esta ceguera entrometida la acompañan, al mismo tiempo, un embarazo inesperado y un divorcio preanunciado.Como para morirse. Pero eso es, precisamente, lo que le pasó a Lucía Gordillo García, una -por esa época- joven y optimista mujer que dividía su cotidianidad y su rutina entre el estudio, el manejo del hogar y la educación de su hijo, Santiago.

Fue un tiempo aciago, cuervo. Primero, la oscuridad llegó como un pájaro de mal agu00fcero y llenó su vida de sombras fugitivas. Sucedió hace 17 años, cuando la dama tenía 30.

Un exceso prolongado de corticoides, recetados para un porfiado mal renal que padecía, apagó sus retinas

y le condenó a vivir en un mundo sin colores. Luego, la separación, que cortó sus alas familiares sin misericordia. Y el incómodo embarazo que, al final, terminó siendo el madero que la salvó de morir en la tormenta. Daniel, su segundo hijo, fue el bálsamo, la resignación y la fuerza que le empujó a salir adelante.

Como afirma su hermana Patricia, Lucía está hecha de buen barro, de acero inoxidable. Luego del lógico sufrimiento, se levantó con más fuerza y se dedicó a fortalecer su futuro y el de su familia.u00a0Una vez adaptada a las nuevas circunstancias, Lucía descubrió que si bien no veía (tiene el 100% de deficiencia visual), sus otros sentidos se habían potenciado. Su audición se cuadriplicó y comprobó que en su cerebro tenía instalado un radar, el que le ayuda a ubicarse rápidamente en cualquier sitio.u00a0También se dio cuenta que su sentido del tacto se había elevado a la enésima potencia. Inteligentísima, como la define su hermana, Lucía captó al paso que esa virtud le serviría para ganarse el pan diario.u00a0Entonces ingresó la universidad y se inscribió en el Proyecto Ágora, que enseñaba fisioterapia. Aprendió los secretos de los masajes que sanan bajo la supervisión de Carmelo, un fisioterapeuta español nacido en las Islas Canarias, a quien ella y sus compañeros llamaban, cariñosamente, Caramelo.u00a0Una vez concluido el aprendizaje comenzó la práctica. Lucía realizó pasantías en varias instituciones como el Hospital Eugenio Espejo y el dispensario central del IESS, ubicado en la calle Manabí.u00a0Ahora tiene 47 años y trabaja desde hace cuatro en la Fundación Hermano Miguel, entidad ubicada en la calle De los Colimes 338, entre Granados y Río Coca, donde tiene un espacio seguro gracias al apoyo

de María Eugenia Paredes, la principal funcionaria de la fundación.u00a0Lo hace junto a otra compañera invidente (81% de discapacidad visual), Angélica Tapia. Esta profesional de '30 y piquito' ha tenido una vida menos agitada, vive en pareja y tiene una hija de 6 años. Ahí trabajan. En dos cuartos de tres por tres metros y una salita de recepción que huelen a incienso, a mentol y a otras cremas que ayudan a relajarse y mitigan los dolores. Lo hacen de lunes a viernes, de 08:00 a 16:30. El masaje de medio cuerpo, que dura media hora, vale USD 7; el masaje completo, que es de cuerpo entero y demora una hora, cuesta USD 12.u00a0Los sábados y domingos, si las llaman, atienden en sus casas. Lucía en la Villa Flora y Angélica en Solanda. Sus celulares son, respectivamente: 09

520 0252 y 09 745 0195.u00a0Hasta la fundación llegan muchos ciudadanos aquejados por las tensiones, la angustia y el estrés. Y salen nuevitos, como lo hizo Rodrigo Miño, quien llegó el miércoles pasado por primera vez, pero que luego del masaje afirmó que se volverá 'casero' de las profesionales.u00a0Hilda Terán, en cambio, esperaba su turno mientras desgranaba elogios a las manos de Lucía y Angélica, a las que bautizó de 'mágicas'.u00a0¿El secreto? La empatía que tenemos con nuestros clientes, porque nosotras aliviamos con las manos del alma, concluye Lucía.u00a0Más de Chulla Vida:u00a0Crece con gigantes César Guacán Tambi, el Luthier ecuatoriano El inquieto y joven papá de robocopsOswaldo Muñoz Mariño: leyenda de la acuarelaJoaquín Endara Ruiz, 61 años como el maestro de la manchaLuis Mejía captó el cambio de Quito