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2012-07-14 13:09:11

Que no muera la cometa

LaLa tradiciu00f3n de elaborar este juguete se estu00e1 perdiendo. Aquu00ed cu00f3mo se hace. Fotos: Archivo/UN
Edwing Encalada

Tres sigses, una piola, papel periódico y retazos de la enagua de la abuela. No hace falta nada más para ver volar una bonita cometa.u00a0Pero, poco a poco, los cielos de Quito han ido dejando en el pasado el vuelo de este juguete tradicional.u00a0Las caminatas hasta las quebradas de la ciudad para conseguir los delgados carrizos, la preparación del engrudo y las tardes en la terraza de la casa o las calles de los barrios se han perdido casi por completo.u00a0Sin embargo, al recorrer las calles del Centro Histórico, aún queda el recuerdo de las cometas forradas con papel de colores o papel u0093comerciou0094.u00a0Las fabricaba, infaltablemente, al llegar cada verano, recuerda Marta Mejía, una de las comerciantes de San Francisco.u00a0u00a0En su local de la calle Cuenca, la mujer de 73 años -rodeada por piñatas y figuras de plástico- no tarda en reiterar que hasta hace apenas tres años la gente pedía las cometas artesanales.u00a0Según dice, el ingreso del producto importado, principalmente chino, fue dejando atrás la costumbre de armar los juguetes en familia o comprarlas en los locales del Casco Colonial. Una de las huecas era el Panecillo.u00a0Como cuenta Rosa Romero, comerciante del sector desde hace 20 años, las figuras chinas son baratas y de diversos diseños. Le cuesta USD 0,75 o como mucho 1,70.u00a0Que no se pierdau00a0La búsqueda de la cometa tradicional sigue por San Marcos, donde Margot Díaz, quien ha vivido 40 años en el barrio, cuenta que con La Guambroteca se fue la costumbre de elaborar cometas en el sector.u00a0En el mismo barrio, en la calle Sucre, con papel y un frasco de pegamento en mano, Alexander Pazmiño, promotor juvenil, se niega a soltar la piola de la tradición.u00a0No había vacaciones en las que su padre no le elaborara una cometa. A los 12 años, Alexander hizo la primera por sí solo.u00a0Desde los 15 años, esta persona se convenció de que no dejaría morir la tradición con la cual creció en el barrio San Diego.u00a0u00a0Y se involucró en las 20 colonias vacacionales del Centro. Actualmente, Alexander tiene 35 años y enseña a cerca de 50 niños, de entre 11 y 12 años, a crear bellas cometas.u00a0Con pesar, Alexander reconoce que cada vez son menos las personas que se animan a volar uno de estos artefactos y, mucho menos, a elaborarlo.u00a0Según cuenta, tiene dos hijos: el mayor (8 años) ya sabe hacer una cometa y el menor (4 años), está aprendiendo.u00a0En picadau00a0Hasta los sigses se han ido perdiendo, pues pese a que todavía se los puede encontrar en la ribera del Machángara, en el bosque de Miraflores y en las laderas del Pichincha, Alexander cuenta que, cada vez, es más complicado hallar el material.u00a0Los mercados de Santa Clara y San Roque son una opción. En estos puede encontrar un atado de 50 sigses en USD 1,50.u00a0Con la materia prima y las ganas de la gente, las vendedoras y Alexander coinciden en que las cometas artesanales van quedando en los recuerdos del Quito de antaño.u00a0Más de Quito:u00a0Escolares a sacar licenciaQuito aún tiene virgencitas60 metros para 70 infantesLas dos caritas de Quito, lo bonito y sucioLa Ronda musical CONTENIDO MULTIMEDIA VIDEO