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Futbolero
15 de mayo de 2017 09:00

El 'Nacho' sigue ganar en casa; Delfín, invicto

Juan Dinenno, con balón, trata de esquivar a Luis Cangá ante la mirada de Christian Oña (5) y Fernando Guerrero. En la foto superior,  Munúa. Foto: API

Juan Dinenno, con balón, trata de esquivar a Luis Cangá ante la mirada de Christian Oña (5) y Fernando Guerrero. En la foto superior, Munúa. Foto: API

Manuel Quizhpe (D)


José Francisco Cevallos salió del Hotel Zahir 360, sitio de concentración de Liga, para tomarse fotos con un puñado de hinchas. Pese al mal momento del equipo, ‘Panchito’ dio la cara. Sin embargo, lo peor ya había pasado.

Después de que terminó el partido entre el Deportivo Cuenca y Liga, todo era desazón y angustia. Enfurecidos, varios seguidores albos se dirigieron al hotel de Liga para intentar increpar a los jugadores: el blanco de sus críticas eran el DT Gustavo Munúa y el golero Daniel Viteri.

A la Policía le tocó intervenir. Unos 30 uniformados con sus trajes fosforescentes se plantaron frente al hotel e impidieron que los furibundos aficionados se pudieran acercar a los jugadores. Recién después de su desalojo, la delegación azucena pudo cumplir con su cronograma planificado: comer en el lugar y dirigirse al aeropuerto para volver a la capital.

En los exteriores del lugar de alojamiento se estacionaron seis patrulleros y cinco motos, así como unos 20 uniformados. Dos aficionados gritaban consignas contra Viteri y Munúa, los chivos expiatorios de esta Liga tan venida a menos.

Ese fue el final de otra jornada triste para los azucenas. Liga toca fondo y parece no tener vías de solución: un partido ganado, seis empates y siete derrotas es el resumen de la campaña de ‘Tavo’ Munúa. “Hay gente que se puede reír de lo que voy a decir, pero vamos a salir adelante. Voy a mantenerme en el cargo y vamos a salir de esta situación”, dijo ayer el ‘yorugua’, en la rueda de prensa en el Alejandro Serrano Aguilar.

Munúa se tiene fe y la dirigencia azucena, liderada por la familia Paz, cree lo mismo. Sin embargo, no hay una respuesta futbolística en la cancha que alimente ese discurso. Los albos dependen de los esfuerzos individuales. Precisan de la calidad de Hernán Barcos, quien este año es un mártir: hace goles, empuja a sus compañeros, debe salir del área a buscar balones. Todo en la más absoluta soledad. A veces se le arrima Jonathan Betancourt, pero en la mayoría de ocasiones tiene que hacer el trabajo sin ayudas ni relevos.

En defensa, los problemas continúan. Ayer ante los morlacos actuó la dupla de zagueros formada por Luis Cangá y Édison Carcelén. Viéndolos actuar, queda claro saber por qué, a sus 39 años, Norberto Araujo sigue siendo el dueño del puesto.
El primer tanto que le marcan a Liga ayer (Richard Schunke, a los 37’) es una clara desconcentración de la zaga. El jugador morlaco conectó un cabezazo sin mayor oposición.

En el segundo tiempo, Liga intentó encimar a su rival con las corajeadas de Barcos y los intentos de Cevallos. Pero en el último minuto, Juan Dinenno completó la caída. De llorar.