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Futbolero
8 de febrero de 2017 09:14

El Nacional, en su papelón más grande

No debieron jugar. Así de simple. Si la dirigencia de El Nacional se mantenía firme, no habría sufrido el ridículo de ayer. Tucumán lo superó todo el compromiso. Foto: EFE

No debieron jugar. Así de simple. Si la dirigencia de El Nacional se mantenía firme, no habría sufrido el ridículo de ayer. Tucumán lo superó todo el compromiso. Foto: EFE

Pablo Campos

Señores. Pese a los anuncios de redención por los conocidos casos de corrupción de exdirigentes del Continente, el fútbol sudamericano sigue siendo el mismo: un espacio informal, donde se luce el más vivo, el más bacán.

Ayer (7 de febrero del 2017) se estropeó el reglamento, se lo pasó por encima. Fue una historia rara, absurda, extraña. Todo empezó a las 15:00, cuando el Atlético Tucumán, bisoño en estas lides de la Libertadores, intentó tomar un vuelo desde Guayaquil hasta Quito para jugar el partido de la Libertadores.

Los ‘ches’ jugaron con fuego y se quemaron. Tenían poquito tiempo para afrontar imprevisto y no pudieron viajar en la nave que tenían alquilada, porque esta no contaba con los permisos para moverse en territorio argentino.

El Nacional intentó proteger el esférico ante la marca de Tucumán, que usa la camiseta de Argentina. Foto: EFE

El Nacional intentó proteger el esférico ante la marca de Tucumán, que usa la camiseta de Argentina. Foto: EFE

Allí empezó el corre-corre. El equipo llegó a las 20:10 al Atahualpa y el partido comenzó a las 20:40, cuando debía arrancar a las 19:15. El reglamento de la Conmebol estipula esperar solo 45 minutos, por casos de “fuerza mayor”, pero ahí pesó la bacanería de los argentinos.

Las autoridades del partido decidieron que sí haya juego, pese a que los tucumanos no tenían ni uniformes. ¡Jugaron con los pupos y con el uniforme de la Selección argentina que juega el Sub 20 en Quito!

Reglamento pisado, el siga-siga se hizo presente. El presidente del Nacho, Tito Manjarrez, decía que el equipo jugaba bajo protesta. Talvez una buena medida habría sido presentarse a las 19:15 a la cancha y consignar la ausencia de su rival.

La demora en el inicio del juego afectó a los criollos. Es cierto que el equipo solo precisaba de un 0-0 para clasificarse, pero la oncena nunca se mostró cómodo en la cancha.

El jugador argentino del Atletico Tucumán, Nery Leyes, compite por el balón con el El Nacional Darwin Cuero, durante su partido de fútbol Copa Libertadores 2017 en el estadio Olimpico Atahualpa en Quito. Foto: AFP

El jugador argentino del Atletico Tucumán, Nery Leyes, compite por el balón con el El Nacional Darwin Cuero, durante su partido de fútbol Copa Libertadores 2017 en el estadio Olimpico Atahualpa en Quito. Foto: AFP


Al Nacho le costaba hacer suyo el partido. Es más, le costaba hacer más de dos pases o mantener el balón al piso. Envalentonado por las circunstancias, el Tucumán apeló a la heroica. Con zapatos prestados bordaron su historia gloriosa.

A los 63 minutos, Fernando Zampedri, el delantero más peligroso de los argentinos mandó el balón a las mallas con una definición en cámara lenta. Le quedó la pelota alta, para la cabeza y él la tocó con precisión. El balón hizo una parábola en el aire por detrás del arquero Darwin Cuero.

El Nacho se va de la Copa sin pena ni gloria. Se lleva USD 500 000 de botín (400 000 por participar y otros 100 000 por consuelo de eliminación), pero nadie le quita el cartel de papelón. Su dirigencia no pudo mantener una postura firme y hacer respetar el reglamento que lo amparaba.

En la cancha, sus jugadores mostraron la misma tibieza. Daba la impresión de que eran ellos y no el rival los que habían venido a la carrera desde Guayaquil. Un desastre y medio millón perdido.