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13 de marzo de 2018 10:40

Acolite a las andotecas

Hay 20 andotecas en el Distrito Metropolitano de Quito. Tienen libros surtidos. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Hay 20 andotecas en el Distrito Metropolitano de Quito. Tienen libros surtidos. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

Las 20 andotecas, ‘bibliotecas de calle’, ubicadas en las nueve administraciones zonales de Quito ya tienen el aval del Municipio, pero ahora requieren más ayuda de la gente.

Su precursora, María Fernanda Riofrío, cuenta que aún no han recibido los permisos para todos los puntos, pero se requiere que la ciudadanía use este servicio, tomando libros pero también donándolos.

Las andotecas son pequeños cubículos, a manera de ventanas, donde hay libros que la gente puede tomar libremente, leerlos y luego regresarlos al mismo sitio o dar otro a cambio.

El Municipio dio el visto bueno luego del “bochinche” que se armó desde el 16 de enero. Carolina Bastidas, propietaria de la librería El Oso Lector, recibió la notificación para sacar el mobiliario hecho con material reciclado que está fuera de su establecimiento, en la avenida Coruña.

La notificación, cuenta Bastidas, la recibió de manos de miembros de la Agencia Metropolitana de Control y le sugirieron sacara la andoteca. Ella lo hizo y, de todas formas, le pusieron una multa de USD 100. El tema se difundió por redes sociales y la gente se apersonó de la iniciativa ciudadana, enfocada a difundir la lectura.

Así que, como informó la Secretaría de Cultura del Municipio, la acción de la Agencia de Control evidenció la necesidad de que esta iniciativa cuente con el apoyo directo de la entidad municipal.

La Secretaría también reconoció que las andotecas que hay en la ciudad, incluidas las colocadas en el parque Gabriela Mistral, promueven y fomentan la lectura. Y aseguró que estas cuentan ya con los permisos para el uso de espacio.

Los avales deberán ser renovados cada año, en las respectivas administraciones zonales de Quito. Pero aseguraron las fuentes de la Secretaría, no será un trámite largo: deberán hacer una solicitud, se procederá a una inspección y a la entrega del documento.

Sin embargo, para Riofrío, el trámite no es así nomás porque así como está el tema deberán ir a nueve oficinas distintas para obtener los permisos de las andotecas.

Según contó la propietaria de El Oso Lector, le informaron que el documento con el que ya cuenta es para todo este año y no tuvo que pagar la multa de USD 100.

El buen uso de las andotecas está basado en la confianza, pues, como muchas veces ha escuchado Bastidas de las personas que le preguntan sobre la iniciativa ciudadana (que empezó en 2015): “¿Y si no le devuelven los libros?”.

Lo ideal sería que cuando alguien termine la lectura de un texto lo regrese, para que más gente lo pueda disfrutar. No obstante, si esto no pasa, de todas formas, se cumple un objetivo: que la comunidad lea.

Y como no todos devuelven los libros y la premisa es que la andoteca no se quede “llucha”, Bastidas invita a la comunidad ­quiteña a donar textos. Con decirle que hasta los anillados de diferentes materias se aceptan.

Y usted puede tomar un libro fuera de El Oso Lector o en otra andoteca y, si una vez que termina la lectura del texto se le complica regresar, puede dejarlo en cualquiera de las ‘bibliotecas de calle’. Verá que también hay en los valles.

La precursora de la iniciativa, además, contó que a diario recibe unas dos solicitudes de personas que quieren tener andotecas fuera de sus establecimientos.

Sin embargo, hace falta plata. Por esto mismo, el proyecto ya se ha presentado en distintas convocatorias de fondos concursables.