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15 de mayo de 2020 15:36

Centro contra adicciones, camino a su cierre

La protesta duró tres horas. Participaron familiares y jóvenes que asisten al centro La Dolorosa.

La protesta duró tres horas. Participaron familiares y jóvenes que asisten al centro La Dolorosa. Foto: Cortesía

Redacción Últimas Noticias

Padres, madres y jóvenes realizaron un plantón en los exteriores del centro de rehabilitación de adicciones ‘La Dolorosa’. Pidieron que no se cierre este sitio, que tiene 13 años de funcionamiento en el sur de Quito.

65 menores de edad que reciben un tratamiento para evitar recaer en la adicción a las drogas y sus familiares protestaron ayer con pancartas que decían, por ejemplo, “No al cierre de nuestro segundo hogar” o “Un joven rehabilitado es una generación salvada”. Las personas acudieron con mascarillas y guantes.

Este centro tenía un convenio firmado con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). La cartera de Estado le entregaba un presupuesto anual para su funcionamiento, el pago de sueldos a los trabajadores y la alimentación de los adolescentes.

Al inicio de este año, el MIES les indicó que se debía cambiar el convenio, que ya no contemplaba el contrato de ocho personas, entre ellos, el cocinero, coordinadores y administradores. Según la directora del centro, Diana Torres, este personal es “fundamental para el trabajo”.

Este nuevo convenio pide que la congregación religiosa que administra el centro asuma los costos de los servicios básicos. “El valor que tendríamos que tener para mantener abierto este sitio es USD 98 000 al año y no contamos con ese dinero”.

La Directora añadió que la congregación tuvo que asumir los sueldos de los trabajadores de enero y febrero, pero aún no se ha cancelado el resto de meses, pues el MIES no entregó el presupuesto este año.

Este Diario pidió un pronunciamiento del MIES, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

“Al no llegar a un acuerdo la disposición es que el centro funcione solo hasta el 31 de mayo y que los jóvenes regresen a sus casas”, indicó Torres. Añadió que su “principal preocupación es a qué otro centro enviar a los adolescentes”.

Nicole es familiar de un joven que ingresó al lugar en el 2017 para tratar su drogadicción. Asegura que los jóvenes y sus familias no tienen dinero para llevarlos a otros centros.