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22 de diciembre de 2017 09:17

Los afros arrullan al Niño Dios

La comunidad afro se viste de gala para cantar al Niño; sus mujeres lucen coloridos trajes. Foto: Alfredo Lagla / ÚN

La comunidad afro se viste de gala para cantar al Niño; sus mujeres lucen coloridos trajes. Foto: Alfredo Lagla / ÚN

Redacción Últimas Noticias

En la víspera de la Nochebuena se cantan los arrullos. Son las cantoras las que protagonizan esos cánticos para el Niño Dios. Se tratan de versos populares que, con el ritmo del tambor, las maracas, las guasas y el cununo, forman los hermosos arrullos.

Estos cantos de glorificación reemplazan a los villancicos de la Navidad. En algunas comunidades, a la medianoche le llevan al Niño a dar un paseo por el barrio o por el río.

Estas tradiciones son propias del norte de Esmeraldas, y en los ríos Santiago, Cayapas, Cachambi y Onzoles pasean la imagen de Jesús en balsa y se lo entrega a cada comunidad.

Las creencias religiosas ancestrales de los afroecuatorianos van desapareciendo con el tiempo. Sin embargo, en muchos casos conservan costumbres como pasar en familia, recordar en la Navidad cómo era con los abuelos y madres que ya no están.

Y ese día se esmeran, preparando comidas y dulces caseros, como la mazamorra, el casabe y el champú de maíz acompañados de los panes de dulces. Todo esto va acompañado del ritmo y el sabor esmeraldeño.

Los afroecuatorianos no se complican, si no hay pavo en la mesa para la Nochebuena preparan el “tapao”, que es una combinación de carnes ahumadas de chancho, pollo y res. Es un plato tradicional, es el preferido en fechas festivas.

Estas celebraciones generalmente empiezan con la novena, al caer la tarde se acostumbra a llevar al Niño por las calles del pueblo, siempre cantando arrullos. Y recogiendo alguna que otra limosna para cubrir los gastos de la fiesta.

En la noche de la víspera se reúne la gente a rezar y romper con el arrullo, hasta el amanecer. La tarea de cantar es propia de las mujeres, mientras los hombres solo acompañan tocando los instrumentos o solo con su asistencia.

Los fiesteros o padrinos para la celebración son los que, en la madrugada, cogen el Niño en una sabana y lo hacen bailar en la ronda, demostrando así su compromiso con él. Al amanecer, el propio día del Niño se lo acompaña con una procesión por las calles del pueblo, pero siempre cantando muy alegres.

En la época de una mejor economía estas fiestas duraban hasta una semana, dedicándose después al baile de la sonora marimba ancestral. Estas fiestas se realizan en la capilla.