Los 4 del Altiplano llegan a los 40
Cuarenta años son mucho más que media vida. Y parecen vida y media cuando se han dedicado al arte en un país donde ser artista es existir dentro de una burbuja de incertidumbre; de pan para hoy y hambre para mañana.
Pero esa especie de milagro es, precisamente, lo que han logrado –con tesón, esfuerzo, talento y trabajo constante- los integrantes de Los 4 del Altiplano, un grupo musical dedicado a rescatar la génesis del ancestro andino y latinoamericano mediante la música.
Fundado oficialmente en noviembre de 1979 por cuatro inquietos normalistas amantes de la música, el grupo se convirtió en un adelantado del rescate musical andino. Su incidencia fue determinante, hasta convertirse en uno de los pioneros de este trabajo.
Edwin Ríos (de Toacazo), Iván Soto (de Saquisilí) y Raúl y Mario Soria (de Tanicuchí) fueron los miembros originales. Luego, por cosas del día a día, se separó Iván Soto y fue reemplazado por Aníbal Navarrete, Vicente Trujillo y Omar Proaño, en ese orden.
La inesperada muerte de Edwin Ríos, director del conjunto y eximio maestro del rondador, supuso el ingreso de otro Soria (Rafael), quien completa la propuesta musical.
El grupo cuenta ahora con el aporte de cinco personas más, entre músicos y técnicos en sonido, que son los encargados de poner a nivel 10 todas las múltiples presentaciones del grupo, tanto en el territorio nacional como en el exterior.
Su reputación ha trascendido las fronteras y sus canciones son valoradas ya sea en Nueva York como en Madrid o Roma. Y sus presentaciones anuales en países tan disímiles como EE.UU., Rusia o Japón ya forman parte de su proyección anual normal.
La Cueca chilena, recuerda Raúl sin duda alguna, fue su primera canción grabada. Y un disco con 12 ‘rolas’ producido por Fadisa, su primer LP.
El acetato vio la luz en 1980 y hasta ahora varias de sus canciones -Estrella de la noche, Sentimiento de amor- siguen siendo himnos que el público canta con devoción. Llanto incluido.
A esa producción le siguieron 14 LP y 14 CD. Más de 400 canciones que incluyen ritmos tan variados como sanjuanitos, pasillos, capishcas, cuecas, danzantes, zambas, diabladas o caporales.
En ese intenso trajín siguen los hermanos Soria. Y piensan hacerlo hasta que el cuerpo y la voz aguanten, como afirma Mario Soria, el maestro de los vientos.
Los hijos de Los 4 del Altiplano ya forman nuevos grupos: Proyección Altiplano (en Ecuador) y Raíces (en EE.UU.). Así, habrá ‘altiplanos’ para rato.
