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15 de octubre de 2019 10:38

Un árbol abuelito ya parece cartón 

En las entrañas del árbol de La Alameda, pese a que estaba seco, aún tenía carbono contenido. Foto: Betty Beltrán / ÚN

En las entrañas del árbol de La Alameda, pese a que estaba seco, aún tenía carbono contenido. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Redacción Últimas Noticias
(I)

“Más parece que le cayó una bomba”. La frase la pronunció un joven de la Universidad Central del Ecuador (UCE) que ayer, 14 de octubre del 2019, junto a sus compañeros, se arrodilló para recoger las cenizas de un árbol centenario que -al medio día del viernes 11 de octubre- ardió sin remedio.

Los amigos que le acompañaban ya lloraban de la pena, y no faltaron duros calificativos para aquellos que osaron con destrozar “al guardián” del parque La Alameda de Quito, y que por más de 200 años fue testigo del desarrollo de este sitio.

De esto último dio fe Sebastián Rivera, propietario de los botes que están justo frente al sitio donde ocurrieron los hechos. Recordó que una turba de manifestantes llegó al lugar y, sin mediar palabra, le prendieron fuego al ser vivo.

El sábado 12, los comerciantes del parque llamaron al Cuerpo de Bomberos pero no apareció, y no porque no quisiera ayudar sino porque los protestantes estaban incontenibles. Incluso, otros puntos del espacio verde fueron tomados e hicieron fogatas.

Esa era su estrategia para protegerse en algo del poder de las bombas lacrimógenas, agregó Rivera. Su familia, tres generaciones atrás, fue pionera de los botes de La Alameda y le rompe el alma ver cómo se acabó el árbol que vio crecer a la guambrada.

Una vez recobrada la calma, los comerciantes del lugar no salen de su tristeza porque, como agregó Isabel Alulema, “ese árbol abuelete fue el primero que hubo en La Alameda, tendría como bajito unos 200 años”.

Y no es una exageración porque solo es cuestión de verlo, dijo. “No le ve que es gordísimo, es tan ancho que solo dos personas lo podían abrazar”, agregó.

Cierto es que el arbolito estaba seco “hace unos cuatro años, pero era un ícono del parque. Es más, aún estaba vivo porque a su alrededor crecían ramas y estaban hacíendose enredaderas”, reiteró Rivera.

También tenía unos huecos en su borde, y por ahí los manifestantes metieron el fuego y comenzó a arder desde adentro. La candela se apagó el domingo 13 de octubre en la tarde, con la intervención de los guardias del parque.

Todos, en guango, le lanzaban agua y hasta usaron una manguera para apagar por completo el fuego. El árbol humeaba sin pausa.

Cuando lanzaron el agua, se rompieron algunos pedazos del árbol y esos fueron los que ayer, en la mañana, los universitarios del la Central retiraban con profunda tristeza.

Indignada también estuvo Carolina Jijón, del Jardín Botánico. La especialista aseguró que ese árbol no era patrimonial, pero tenía muchos años y la agresión a ese ser vivo no solo es deleznable sino también un atentado al ornato.

Walter Palacios, estudioso de los árboles, acotó que independientemente de la especie, la agresión que sufrió La Alameda es preocupante, más cuando “se sabe que Quito tiene un déficit de estos seres vivos”.

La ciudad, recordó, hace un enorme esfuerzo económico para mantener los recursos verdes, y destruir lo poco que tiene “es un acto temerario, y se debe sancionar a los culpables”.

Todo porque, desde los guaguas árboles hasta los centenarios son vitales para la urbe, porque cumplen con disminuir los efectos del ruido y bajan la temperatura del asfalto.