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23 de enero de 2020 11:19

El Calzado llegó a los 50 añitos

Los moradores de El Calzado están felices de vivir allí; lo único que piden es más seguridad y más caseritas en su mercado. Fotos: Vicente Costales / ÚN

Los moradores de El Calzado están felices de vivir allí; lo único que piden es más seguridad y más caseritas en su mercado. Fotos: Vicente Costales / ÚN

Betty Beltrán
(I)

A la Ciudadela El Calzado, en el sur de Quito, le precede otro nombre: Primero de Mayo. Todo porque en ese mes comenzaron a levantarse las primeras viviendas, así que para recordar aquellos inicios siempre se arma la pachanga.

El arranque costó. Mónica Cabascango rememora que no había agua y luz en todo el sector; en los pasajes y en la parte baja escaseaban, por eso las vecinas se abastecían del servicio que tenía la fábrica de estructuras metálicas que la Seguridad Social poseía por la zona.

Pero eso duró poco tiempo, porque la buena dirigencia permitió que esas necesidades sean cubiertas. Luego vieron más prioridades.

Otro dolor de cabeza fue el tema de las vías. Luis Ulloa, presidente del sector, anota que el estado de las calles era de llorar: lodazal en invierno y polvareda en verano. Así que la gente salía con dos pares de zapatos: uno para salir de la casa y otro para ponerse una vez que llegaba a su destino.

Los buses escaseaban: Quito Sur, El Dorado-El Calzado, Guamaní, San Bartolo… Era una lejura y ni los urbanos entraban al barrio.

Pero las cosas cambiaron y el desarrollo llegó de una. Para agradecer esos favores, menciona Eliza Tamayo, el primero de mayo celebran su fiesta patronal. Hay desfile por el exterior de su casa barrial. Nunca faltan las vacas locas y los castillos.

Un recorrido con historia


Hay dos versiones sobre el origen del nombre del barrio. Una es que en la zona se instaló una fábrica de zapatos y otra, que el plano de la futura ciudadela tenía la forma de un zapato. Los vecinos, en lo que sí están de acuerdo es en la época del nacimiento de esta barriada: década del 70.

En aquellos años, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) comenzó a levantar vivienda popular, rememora Luis Ulloa, presidente del sector. Las casas eran bien alhajitas, unas de una planta y otras de dos; algunas, aún se mantienen como antaño. En total sumaron 52 manzanas, cada una contaba con 20 o 22 viviendas.

El proyecto se levantó en los terrenos de una antigua hacienda, y los predios se entregaban de acuerdo con las cargas familiares de cada hogar. Unos 290 mil sucres costaba cada casita y con el préstamo del IESS.

El lugar emblemático

El parque que acogió al juego de cocos


Redacción Últimas Noticias (I)

El parque es su joya, y se llama La Raya. Tiene de todo un poco, aunque actualmente está un poquito descuidado y los vecinos aspiran que el Municipio de Quito le ponga interés y le de al menos una mano de gato. Este espacio verde se consolidó en la administración del general Paco Moncayo.

Luis Ulloa, presidente del barrio El Calzado, cuenta que al sitio acuden de todos los sectores del sur: por ejemplo, de la Clemente Ballén, Villa Flora, Ferroviaria…
Inicialmente era un potrero y más allá, una quebrada. En ese espacio, como antes era una hacienda, pastaban los animales, y era paso obligado para cruzar del oriente al occidente, rememora Miriam Echeverría.

Hasta un toro gigante tiene este espacio.  Foto: Vicente Costales / ÚN

Hasta un toro gigante tiene este espacio. Foto: Vicente Costales / ÚN

Eran famosos los tradicionales juegos de los cocos, pero hace unos cuatro años se perdió esta tradición porque se descuidó al espacio, cuenta Mónica Cabascango.

En ese mismo sitio, en sus canchas, eran famosos los campeonatos de voleibol y también de baloncesto, porque se daban cita los grandes deportistas de otros barrios.

Otro ícono del sector es la iglesia. Cabascango dice que antes de levantar el templo, las misas se hacían en el campo y le traían al sacerdote para la eucaristía del domingo.

El santo patrón del barrio es Santa María del Calzado. La imagen es de 1,50 m y está en el altar mayor del templo que, con la vecindad, lo levantaron hace unos 35 años.

El personaje

Dirigente vitalicio, con plata y persona


Redacción Últimas Noticias (I)

José Simbaña tiene 75 años y llegó a El Calzado bien joven. Antes vivía en el Centro, junto con su esposa y sus cinco hijos. Fue auxiliar de enfermería en el Hospital Carlos Andrade Marín y se convirtió en, casi casi, el médico del barrio.

Empezó a trabajar en 1965; en aquella época se hacía de todo, cuenta con orgullo. También es orgulloso de la tierra que le vio nacer: Ambato.

Allí dio sus primeros pasos de estudio: Colegio Bolívar. Luego se vino a Quito e ingresó en el Colegio Quito; más tarde en la U. Central a estudiar Derecho, pero se empleó en el área de salud. Otra de sus pasiones: la dirigencia.

José Simbaña siempre está dando una mano.  Foto: Vicente Costales / ÚN

José Simbaña siempre está dando una mano. Foto: Vicente Costales / ÚN

Bien comedido, tanto que hasta instalaba la luz en las casas de los vecinos que no la tenían. Estaba en todo, le fascina dar una mano y colaborar con buena cara y buen modo.

El tiempo lo sacaba de donde no había, de ahí que en su hogar solo le veían un ratito. Será por eso que, él mismo dice, “era como lanzadera”.

Las críticas que le hicieron era para ser cada vez mejor, afirma. Y le hacían vivir, agrega. Porque cuando se hace el trabajo de buena fe, los comentarios malos no le llegan. Es un dirigente vitalicio. Con plata y persona.

Era buen baile, y hasta cantó en una radio de Ambato. Solo dejó el arte porque era empleado público y la bohemia no empataba. Pero lo que jamás dejará es la dirigencia. Porque, como dice, “es lindo servir al vecino, es bonito y me da vida”.

La hueca

El negocio despega por el parque lineal


Redacción Últimas Noticias (I)

El Calzado tiene un montón de negocios pequeños, sobre todo alrededor del parque La Raya; la mayoría son de familias que, con el tiempo y las aguas, han emprendido. Hay desde panaderías hasta veterinarias.

Pero, ¿cuál es la hueca hueca? Luis Ulloa, presidente del barrio, dice que no recuerda cuál fue el primer local popular. Tampoco el resto de los miembros de su dirigencia; pero, esforzándose un poco lejanamente rememoran que hubo un salón.

Ese local estaba ubicado en la manzana 11 y al cual acudía buena parte de los vecinos que jugaban a los cocos. Iban en delegación y una vez en la mesa se conversaba sobre las incidencias del partido y, de paso, se pegaban algunas partidas de Cuarenta.

Junto al parque La Raya están negocios pequeños. Foto: Google maps

Junto al parque La Raya están negocios pequeños. Foto: Google maps

Nunca faltaron unas puntas y se amanecían. Como todo era entre buenos amigos, jamás hubo -da fe la vecindad- líos o peor aún peleas. Todo era en armonía.

Actualmente, hay un local que se puede llamar hueca y es el de las tripas en la calle principal de la avenida Teniente Hugo Ortiz; allá acude la vecindad con los guaguas.

También, hay quienes prefieren ir más allá del barrio; por ejemplo, se pegan un buen hornado en la Ciudadela México, un menudo en las Cuatro Esquinas, en El Pintado...

Cuando recién comenzó la ciudadela, cuentan los vecinos, el que menos tenía su emprendimiento para ayudarse con algo al día a día de la familia.