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20 de noviembre de 2018 11:07

Los campaneros de las plazas

Los vecinos de Angla suelen danzar por las fiestas patronales de San Pablo de Lago (Imbabura). Foto: Álvaro Pineda / ÚN

Los vecinos de Angla suelen danzar por las fiestas patronales de San Pablo de Lago (Imbabura). Foto: Álvaro Pineda / ÚN

Redacción Últimas Noticias

Son admirados por propios y extraños. Los campanilleros de Angla, en la provincia de Imbabura, resisten gracias a su baile y a su música heredados por sus ancestros.

Actualmente suman 35 integrantes y están en toda fiesta que se arma en todo Otavalo y más allá de esos lares. Es que son todo un espectáculo con los monótonos sonidos de flautas, tundas y los tintineos de campanas que cargan los danzantes con zamarro.

Los bailoteos de los danzantes arranca desde cuando eran guaguas; el aprendizaje usualmente llega de la mano de sus abuelos o padres. Transmitir ese arte es todo un referente del pueblo kichwa kayambi.

Como cada año, los campanilleros de Angla aparecen con la llegada del Inti Raymi o Fiesta del Sol, y lo hacen para agradecer a la madre tierra por las cosechas recibidas.

Por eso, no solo recorren los caminos de Angla sino también comunas vecinas como Usgha, Topo y Gualaví, situadas en la parte alta de la parroquia de San Pablo del Lago (Otavalo).

Cada bailarín luce un zamarro, una especie de pantalón hecho con piel de chivo, un grueso poncho de lana y un sombrero de pana. Sobre su espalda cargan un pedazo rectangular de piel de res disecada de donde descuelgan las sonajas de bronce.

Cada uno lleva 12 campanas, que simbolizan los meses del año. Y son pesadísimas, pues los instrumentos son de varios tamaños y pesan entre 25 y 30 libras.

A cada paso que da un danzante, otro hace resonar las campanillas. Hay ritmos para cada ocasión de la fiesta popular. Por ejemplo, tienen un compás para el ingreso del grupo de danzantes a la comunidad, otro para cuando recorren de casa en casa, como es la tradición de años y años.

También se destaca el canto de mujeres, que generalmente acompañan a los campañilleros. Son contadores del arte y costumbre del pueblo kayambi.

Por esto, hace poco nomás les entregó la condecoración Yamor en el marco de la conmemoración de los 189 años del decreto suscrito por el Libertador Simón Bolívar que elevó de villa a ciudad a Otavalo.

En la comunidad de Caluquí, en la vecina parroquia de González Suárez, también se guarda esta tradición, cuyo origen se pierde en el tiempo y en la memoria. Allí solo hay 25 campanilleros.