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16 de julio de 2019 08:01

Vicentinos celebran 150 años

En el museo se aprecian los hábitos que tuvieron las religiosas. Foto: Betty Beltrán / ÚN

En el museo se aprecian los hábitos que tuvieron las religiosas. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Haga memoria y levante la mano quien recuerda, aunque sea en fotos, aquellas cofias almidonadas y aladas que llevaban las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Para los años 60, el Concilio Vaticano II las sustituyó por otras más cómodas.

En la actualidad las religiosas llevan una toca sencilla de color azul. Los sucesos de aquella transformación, además de otras historias alhajas, podrá conocer desde mañana, cuando arranca el Año Jubilar por su aniversario de estancia en el Ecuador.

Habrá un montón de eventos que culminarán el 5 septiembre del 2020. Todo porque la Comunidad llegó a Guayaquil el 18 de julio de 1870, y a Quito el 5 de septiembre del mismo año. De ahí que en el 2020 cumplirán 150 años, menciona sor Ana María Maldonado, visitadora de la Compañía de origen francés.

La Orden fue fundada en París (Francia), en 1633, por San Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac. Y para echar raíces en el país, un grupo de religiosos tuvo que cruzar todo el Atlántico. El costo del viaje fue cubierto por donación del pueblo.

La travesía demoró más de un mes. Los 24 religiosos (20 mujeres y cuatro hombres) se embarcaron en dos viajes distintos. En el primero vino Jean Claverie, primer director de las Hijas de la Caridad del Ecuador; y Florine Hernú, primera Visitadora.

Las actividades por el Año Jubilar se realizarán en todo el país, pues las hermanas están en 18 provincias y suman 286 personas, y 20 padres. Los hombres tienen un servicio de evangelización y ellas, en contacto directo con los pobres y los enfermos.

Esa mística la profesan desde sus inicios; hoy se concentran en el cuidado de personas sin techo, enfermas, con alguna discapacidad o problemas de adicción, prisioneros y sus familias, inmigrantes, promoción de la mujer, niños, jóvenes y ancianos.

Desde que llegaron a Quito, las religiosas habitaron el antiguo convento de San Buenaventura, que pertenecía a los franciscanos. Pero doña Virginia Klinger compró la propiedad y reestructuró para las hermanas.

En esa casa, ubicada tras la capilla de Cantuña (calle Bolívar), se emprendió la obra del Seminario de las Hijas de la Caridad, Escuela y Colegio, Comedor Escolar y Casa Cuna.

Apenas había transcurrido un mes de la llegada de las Hermanas (noviembre de 1870), cuando en las puertas de la casa abandonaron una niña. Sor Hernu acudió al Palacio de Gobierno, para dar cuenta de aquello y así se estableció un albergue para los niños expósitos, obra hasta entonces desconocida en el país.

Al permitir guardar y educar a la niña, el Gobierno prometió fondos para sostener la Casa Cuna. Pero como la pensión no era suficiente, las religiosas pedían limosna en la puerta de la Catedral, todos los viernes Santos. Para junio de 1875 ya había 60 bebés y el local fue insuficiente, por lo que se trasladaron a su actual local de La Recoleta.

Para mañana, las Hermanas harán la apertura del Año Jubilar en sus 37 casas regadas en todo el país, siempre con el aporte de los usuarios de los distintos servicios que mantienen.

En agosto se hará una reunión misionera en Manabí. En septiembre, en todo el país, se vivirá una experiencia de adoración al Santísimo y actos culturales y artísticos. Mientras que, en octubre, se prevé un taller de formación para laicos.

Y a partir de noviembre, las Hijas de la Caridad abrirán las puertas de su Casa Provincial, aquella ubicada atrás de la Capilla de Cantuña, a toda la ciudadanía para que conozca su historia durante los 150 años en el país.

Esto último se replicará todos los 27 de cada mes, hasta agosto del 2020. Entre las 09:00 y 17:00, todo Dios podrá entrar a la casona antigua y mirar los archivos, la sala de recuerdo en donde están las cofias como alas que sus antecesoras que también se entregaron a los más pobres.