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25 de junio de 2018 09:44

Cotocollao danzó con yumbos

Ayer, 24 de junio, fue el cierre de la tradicional Yumbada, que se desarrolla cada año en la plaza de Cotocollao, en el norte de Quito. Fotos: Julio Estrella / ÚN

Ayer, 24 de junio, fue el cierre de la tradicional Yumbada, que se desarrolla cada año en la plaza de Cotocollao, en el norte de Quito. Fotos: Julio Estrella / ÚN

Redacción Últimas Noticias
(I)

Con esmero, como alistándose para una gala, Jenny Loaña preparaba a su pequeño Jeremy, de 8 años. Él es parte de una nueva generación de danzantes de la Yumbada de Cotocollao, que se realizó desde el viernes hasta ayer, 24 de junio del 2018.

El niño representó a la Mamita Corazón. Una de las características de esta celebración es rendir homenaje a elevaciones del país. De ahí que algunos personajes lleven el nombre de montañas, como el Corazón, Pichincha, Tungurahua, Imbabura y otros.

Jeremy es parte de una familia con tradición en la Yumbada. En su caso, es la tercera vez que participa en el evento que se desarrolla cada año en la plaza y calles de Cotocollao.

Walter Loachamín es otro danzante con la Yumbada en la sangre. De su familia han participado al menos tres generaciones de yumbos. “Por ahí anda mi abuelito, Segundo Romero (90 años). No baila por la edad”. Este año, él fue el “tras cabecilla” de los yumbos (el segundo al mando en la celebración).

La celebración de ayer estaba prevista hasta las 16:00. Harta gente acudió a la plaza de Cotocollao.

La celebración de ayer estaba prevista hasta las 16:00. Harta gente acudió a la plaza de Cotocollao.

Llegó desde Machachi y aunque es oriundo de Cotocollao, se mudó al otro polo. Se desempeña como docente en un plantel del sur de la capital.

Loachamín y la cabecilla, Fanny Morales, el viernes, fueron los encargados de la ‘recogida’, que consiste en que los dos líderes vayan por la casa de cada uno de los participantes. De esta forma, se fue completando el grupo de danzantes. Este año fueron unos 70.

Este año, Loachamín representó a la Yumba Corazón, siguiendo, al igual que Jeremy, la tradición de honrar la “fuerza de los espíritus de las montañas”.

Hay otros personajes que no pueden faltar en la Yumbada y uno de ellos, uno de los tucos, es el Mamaco, quien marca el baile al ritmo del pingullo (instrumento de viento). También están los monos, el yumbo Auca, entre otros.

Y así como los danzantes se esmeran por seguir con el legado familiar, también lo hacen a la hora de escoger las pintas para la Yumbada. Los trajes, contó el segundo al mando, pueden costar entre USD 200 y 500. Hay algunos que incluso renuevan la vestimenta cada año.

En la fiesta, del mismo modo, los asistentes compartieron habas, mote, papas, fritada, entre otros alimentos. Un plástico negro largote se extendió en la plaza del norte de Quito. Sobre este, los danzantes colocaron los alimentos y se formó la denominada pambamesa.