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22 de enero de 2019 10:28

Diana Carolina fue sepultada en la intimidad en Ibarra

En silencio fue trasladado el cadáver de Diana Carolina al camposanto. Foto: Washington Benalcázar / ÚN

En silencio fue trasladado el cadáver de Diana Carolina al camposanto. Foto: Washington Benalcázar / ÚN

Redacción Últimas Noticias
(I)

En medio de la tristeza por la muerte de su sobrina Diana Carolina, que fue enterrada ayer, 21 de enero del 2019, Mauricio Castro pidió a sus coterráneos que ya no agreguen más dolor a esta historia.

Ibarra se ha caracterizado por ser una ciudad de paz, y pensar que por un inconsciente que asesinó a nuestro familiar todos los extranjeros son delincuentes no es la cuestión. No queremos que se manchen las manos con sangre inocente”, declaró a diario El Norte. Además solicitó que ya no se compartan los videos que circulan en videos de WhatsApp.

“Mientras menos se compartan los videos se cuidará el nombre de la persona fallecida”, agregó.

A las 16:36 de ayer, en el cementerio San Miguel de Ibarra fue sepultado el cuerpo de la joven de 22 años, quien murió víctima de las puñaladas que le propinó su pareja sentimental.

La Iglesia de La Basílica de La Dolorosa, ubicada en el centro de la capital imbabureña, estuvo llena. Amigos y vecinos de la urbe llegaron para solidarizarse con los familiares de esta nueva víctima de femicidio.

Faltando 200 metros para llegar al cementerio bajaron el ferétro de la carroza y lo llevaron en hombros. Había un silencio total.

El ingreso del camposanto estuvo custodiado por cuatro policías. Por pedido de la familia no se permitió el ingreso de los medios de comunicación.

Pero pese al llamado a la tranquilidad por parte de la familia de la víctima, venezolanos como Gustavo prefirieron mantenerse a buen recaudo y no salir a laborar ayer. Este ciudadano, oriundo de Caracas, arribó hace ocho meses a la capital imbabureña. Trabaja como cerrajero.

Asegura que no hay apoyo de las autoridades locales para proteger la vida de los extranjeros recién llegados.

Como él hay varias familias de foráneos que permanecen encerrados en las viviendas por temor a ser agredidos, como sucedió con otras personas. Maxsalí, otro migrante, envió a su esposa y cuatro hijos a la casa de unos amigos. Creen que ahí estarán a salvo.

Recuerda que su familia y otros compatriotas tuvieron que refugiarse en el tejado de una casa por temor a los grupos de gente que pedía la salida de los extranjeros.

Otros, en cambio, abandonaron la ciudad en la noche y madrugada. Algunos tuvieron que pernoctar a orilla de la carretera, como sucedió en Atuntaqui, a las afueras de la casa de Marcelo Campos. “Ocho venezolanos durmieron en frente a mi vivienda, venían huyendo de Ibarra”, comentó.

La presencia de venezolanos también se redujo en las calles y parques de la ciudad. En semanas anteriores era común verlos vendiendo caramelos o limpiando parabrisas a cambio de dinero.

La preocupación por lo que pueda pasar con estas personas trascendió a escala internacional. La ONG venezolana Red Nacional de Derechos Humanos (Renaddhh) presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que active medidas de protección a favor de los inmigrantes venezolanos en Ecuador.

La ONG destaca que “los más afectados” por esta ola de xenofobia son “las familias, los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de trámite migratorio”. Por ello también ha solicitado Naciones Unidas que “se realicen las gestiones necesarias” para protegerlos.