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26 de octubre de 2018 09:04

En la hacienda La Costa se les prendió el foco

Dalia Morales y Moisés Piedra ya pueden prender la radio, la tele, el foco... Foto: Betty Beltrán / ÚN

Dalia Morales y Moisés Piedra ya pueden prender la radio, la tele, el foco... Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

"Que viva la luz, que viva la luz”. Esa fue la frase que repetía, una y otra vez, Dalia Morales mientras bailaba un sanjuanito del trío Los Fronterizos. La algarabía fue porque, después de 20 años de vivir en penumbra, al fin en su casa se prendieron los focos.

El milagro fue posible gracias a la campaña ‘Cero viviendas sin luz’, que implementa los sistemas fotovoltaicos (de energía solar) en la zona de influencia de la Empresa Eléctrica Quito (EEQ). La ayuda arrancó en el 2014, y ya suman 400 las familias beneficiadas.

Con solo recordar aquel día en que llegó la energía a su hogar, doña Dalia vuelve a llorar. “No sabíamos que nos pasaba, llorábamos y reímos”, dice la mujer de 53 años y nativa de San José de Minas, en el noroccidente del Distrito de Quito.

Para ella fue más impactante aquel día, porque en su pueblo sí había ese servicio. Solo cuando se casó tuvo que dejar esa comodidad y subir a la montaña, a la hacienda La Costa, allí estaba la propiedad de su esposo Moisés Piedra, de 58 años.

Es difícil acceder a esa morada que, al verla de lejos, parece acurrucada en la cima de una peña. De San José de Minas hay que bajar por un camino culebrero, dos horas y media, después se llega a un río medio seco. Desde ahí, por cerca de una hora, comienza la subida por una vía polvorienta.

Por esos lares no hay ni un alma, el vecino más cercano está a tres horas de camino. Así que antes de la luz “vivíamos una lástima”, dice Dalia, “nuestros cuatro hijos tristes y desolados. Hoy todo es claro y mis nietos corretean por la casa”, cuenta emocionada.

La pareja, después de criar a sus hijos, se quedó sola. Pero no tiene descanso porque, desde antes que cante el gallo, ya está en la chacra, en la cuyera, en el establo ordeñando a las vacas. Así son felices.

Milton Balseca, gerente de proyectos especiales de la EEQ, cuenta que los paneles solares solo se instalan a los dueños de las viviendas aisladas. No hay otro chance para ellos, porque los costos de extender las redes son bastante altos.

El sistema fotovoltaico consiste en tres paneles solares de 130 vatios cada uno. La radiación solar incide en el material de cilicio y conduce energía eléctrica, la cual se acumula en las baterías para usarlas en la noche. Con esa cantidad de energía, una familia puede tener seis focos, radio, televisión, teléfono y licuadora. Incluso una refri guagüita.

Esto último es lo que les hace falta a Dalia y Moisés, pero con la indicación de los técnicos a la voz de ya se comprarán una.

El sistema puede tener fallas, pero -asegura Balseca- solo cuando la gente mete mano al sistema. Por eso los nuevos equipos que harán su entrada el próximo año vendrán más sellados. Actualmente, 40 familias están en lista de espera.

Este proyecto se impulsará porque la nueva administración de la EEQ, liderada por Jaime Bucheli, está empeñada en hacerlo. Todo porque, como puntualiza Balseca, “nosotros somos una empresa de servicio y no buscamos una rentabilidad económica sino social”.

El área de cobertura de la EEQ es de 15 000 kilómetros cuadrados; es decir, por el noroccidente van hasta Puerto Quito, por el sur hasta Machachi, por el oriente entra a Napo y Quijos, y por el occidente hasta Chiriboga.

Los paneles pueden durar entre 20 y 30 años, los reguladores unos 10, y las baterías unos cuatro años, por eso a estas últimas hay que cuidarlas más. Están hechas de plomo ácido y son pesadísimas; en la próxima tanda de equipo se prevén baterías de litio.

Antes de tener “la lucita”, como la llama don Moisés, la pareja de la hacienda La Costa tenía un motor de luz que funcionaba a gasolina. Pero no había tanta plata para, cada semana, poner la poma de ocho litros. Así que volvían a las velas; con los cuatro hijos gastaban dos paquetes cada semana.

Así que urgía una alternativa… Un día don Moisés se enteró que en el sector Los Reales se realizaban sesiones para conocer el proyecto de los paneles solares. Así que se le prendió el foco y se fue a escuchar de qué se trataba. Como es bien pilas, presentó primerito los papeles y le pusieron la luz.

Y no pagan gran cosa, cada dos meses cancelan USD 5,30; las recargas se hacen en la agencia de Púellaro. Lo caro son las carreras de las camionetas: USD 8 de San José de Minas al río, y USD 15 si algún taxista arriesgado se anima a dejarles al pie de su casa.

Cuando llegan a su hogar se sienten felices, hacen un jugo en la licuadora y se acuestan a ver la tele, les encanta el programa ‘Como dice el dicho’. Solo tienen un pero, la lejura de la vivienda hace que no tengan vecinos para lorear y armar un baile con uno de los sanjuanitos del trío Los Fronterizos.