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19 de febrero de 2020 09:52

El historiador de las tradiciones quiteñas

Jaime Alfredo Fuentes Roldán, frente a los libros de su biblioteca. Foto: Ana Guerrero /ÚN

Jaime Alfredo Fuentes Roldán, frente a los libros de su biblioteca. Foto: Ana Guerrero /ÚN

Ana Guerrero
(I)

Jaime Alfredo Fuentes Roldán es un investigador del santo y seña de las tradiciones quiteñas. Sus investigaciones las hace a profundidad, como tiene que ser, sin que el tiempo que le lleven le resulten una razón para desistir.

En su trayectoria, por ejemplo, consta la búsqueda de la historia del villancico ‘Dulce Jesús mío’. Dedicó más de cinco años en esta tarea.

Fuentes Roldán lleva seis décadas desempolvando las costumbres de la urbe.

El abogado de profesión, de 94 años y que está próximo a cumplir los 95, desde el piso 14 de un edifico de la avenida Colón, continúa con su pasión por conocer los rastros quiteños. Aunque ya ha dejado las salidas de campo y la búsqueda entre bibliotecas y documentos históricos, aún le queda mucho conocimiento por dar a conocer al público.

Él escribe a mano. Así ha inmortalizado los textos de tradiciones quiteñas, publicados por la editorial Abya-Yala. Son cuatro tomos por separado y uno de obras completas. Claro que tiene dos personas de confianza, que le ayudan con la necesaria transcripción en computador: su esposa y su cuñada, Elsa y Carmen Torres, respectivamente.

“Quiteño por la gracia de Dios”. Así se refiere a su origen. Nació en el centro mismo de la capital, en el barrio El Sagrario. Luego fue con dirección a San Roque. Desde cuando vivía en el corazón de Quito hasta la actualidad mantiene vivas tradiciones como la Novena. Recuerda que su abuela materna, Victoria Nájera, le inculcó esta devoción.

Fuentes Roldán ha recibido varias distinciones por su trabajo. Foto: cortesía

Fuentes Roldán ha recibido varias distinciones por su trabajo. Foto: cortesía

Los guaguas se vestían de pastores y visitaban los nacimientos. Su abuela les obsequiaba dulces. Haga de cuenta las famosas posadas mexicanas, comenta.

Esa costumbre la predica y la practica con su esposa, con quien lleva 60 años de casado. Hasta su hogar llegan, ahora menos que antaño, familiares y vecinos. Muchos de los primeros se marcharon a Europa y Estados Unidos.

Ejerció las abogacía durante 50 años, fue catedrático y pasó por la función pública. El bichito de la investigación y los relatos, en cambio, le picó a temprana edad.

Incluso lo que le contaba su abuelita lo anotaba y un día se topó con que tenía muchos apuntes. Un conocido le sugirió recopilar el material y salió el primer tomo, con 35 tradiciones. Se publicó en 1996.

Y así fueron naciendo los otros volúmenes. Confiesa que no le agradó mucho la idea de publicar la obra completa, pues podría pensarse que no seguiría escribiendo. Pero nada que ver. Por el contrario, aunque ya no sale a investigar a los sitios específicos, aún tiene material recopilado en su tarjetero y archivo.