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4 de junio de 2020 12:15

El nido de Quito se potenció

A las productoras de huevos de Puéllaro les han llovido los pedidos durante la pandemia. Foto: cortesía

A las productoras de huevos de Puéllaro les han llovido los pedidos durante la pandemia. Foto: cortesía

Ana Guerrero
(I)

Puéllaro es conocida como el nido de Quito, por su tradición como parroquia productora de huevos. Durante la emergencia sanitaria, además, se convirtió en una opción para decenas de personas que perdieron sus empleos o su forma de subsistir.

La parroquia produce un estimado de 500 000 huevos diarios. Votjair Navarrete, presidente de la Asociación de Avicultores Puéllaro, da cuenta de que durante los dos primeros meses de la pandemia, incluso, llegaban a faltar por la alta demanda. “Esta nos cayó de sorpresa a todos los productores del país. La producción era la misma pero la demanda rebasaba la capacidad”.

Jaime Torres, tesorero de la asociación, agrega que los precios también tuvieron variación, pero no vaya a creer que por especulación, sino porque se complicó la adquisición de insumos para la producción, así como las dinámicas propias de la oferta y la demanda. Antes de la emergencia, el precio por cubeta era en promedio de USD 2,80. Y durante esta, hubo días que llegó a valer USD 3,50. Tuvieron el chequeo de un fiscal y el teniente político, entre otros.

Como recuerda Navarrete, la principal materia prima es el maíz amarillo que se produce en la Costa del país. Los transportistas no querían arriesgarse a viajar hasta allá y el producto que llegaba tenía precios elevados. Sin este no hay balanceado, y las aves comen todos los días.

El presidente aclara que Puéllaro es una productora pequeña respecto de la cantidad de aves a escala nacional. Por ejemplo, en Tungurahua un solo negocio tiene tres veces más la producción de la parroquia quiteña. Sin embargo, se han ganado un espacio en el mercado por la calidad del producto. Hasta marcan los huevos con el nombre de Puéllaro, para que los consumidores tengan la certeza de la procedencia.

La asociación tiene 12 miembros. Hay socios pequeños, medianos y hasta grandes. Los primeros no son necesariamente una empresa avícola como tal, todavía. En la segunda tanda están tres productoras.

Eso sí, para apoyar a la comunidad en medio de la crisis por el covid-19, a decir de Torres, no hacían mayor diferencia en los precios por la cantidad de cubetas que cada cliente adquiría.

Hasta ahora, Navarrete recibe llamadas con todo tipo de historias respecto de la necesidad de comprar huevos, desde madres solteras sin trabajo hasta personas que cambiaron el giro de negocio para poder sobrevivir.

Michelle Campaña, productora, da fe de que las personas empezaron a hacer los pedidos para poder tener un ingreso, vender los huevos entre familiares y amigos. De hecho, empezaron a incluir las cubetas en canastas de alimentos que se empezaron a entregar a domicilio.

Ella, a su vez, recuerda que las medidas de seguridad por la pandemia no les tomó de nuevo, pues en las plantas, normalmente, las medidas sanitarias son estrictas: uso de mascarilla, lavado de manos, como industria de alimentos y por bioseguridad de las aves. Además, se fumigan los vehículos en los que se transportan los productos y no se permite el ingreso de cualquier persona.

Torres, por su parte, advierte que han tenido noticias de contrabando de productos en la frontera norte, entre ellos los huevos.