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7 de octubre de 2016 15:07

Santos dedica Nobel de Paz a víctimas en Colombia

encabeza desde que asumió su primer mandato en 2010 negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)

Juan Manuel Santos encabeza desde que asumió su primer mandato en 2010 negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Foto: AFP

Agencia AFP

A los millones de víctimas del conflicto armado en Colombia dedicó el presidente Juan Manuel Santos el Nobel de la Paz, que ganó este 7 de octubre por sus esfuerzos para acabar con la confrontación que azota al país desde hace más de medio siglo.

“Colombianos, este premio es de ustedes. Es por las víctimas -y para que no haya una sola víctima más, un solo muerto más- que debemos reconciliarnos y unirnos para culminar este proceso, y comenzar a construir una paz estable y duradera”, dijo el mandatario en una alocución televisada desde la presidencial Casa de Nariño.

El jefe de Estado, que llegó a la sala de prensa tomado de la mano de su esposa María Clemencia Rodríguez y contó que su hijo Martín lo despertó “muy temprano” para contarle la decisión del Comité Nobel Noruego, se vio exultante y con una expresión facial muy diferente a la más sombría que mostraba desde el pasado domingo, cuando los colombianos dijeron “No” en las urnas al acuerdo de paz que su gobierno había negociado con la guerrilla FARC.

“Agradezco infinitamente y de todo corazón esta honrosa distinción”, señaló Santos, al enfatizar que recibe el galardón en especial en nombre de los “millones de víctimas” que ha dejado el conflicto armado.

Colombia vive una cruenta conflagración interna que ha enfrentado a guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha y agentes de la fuerza pública, con un saldo de unos 260 000 muertos, 45 000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.

Santos, quien ha apostado su capital político a la paz, añadió que el premio es “un tributo a todas aquellas personas que tanto han contribuido a que estemos a punto de lograr esa paz tan anhelada, a los negociadores de ambas partes, y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado en este proceso”.

El presidente encabeza desde que asumió su primer mandato en 2010 negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), así como con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrillas activas desde 1964.

Hasta Uribe lo felicitó 

“Recibo este reconocimiento con gran humildad y como un mandato para seguir trabajando sin descanso por la paz de los colombianos”, enfatizó y prometió dedicar todos sus esfuerzos a la causa de la paz “por el resto” de sus días.

“Gracias a Dios, la paz está cerca. La paz es posible”, subrayó, e invitó “al gran propósito nacional” que debe ser construirla, dijo también luego de que el histórico acuerdo firmado tras casi cuatro años de negociaciones con las FARC, principal y más antiguo grupo rebelde de América, fuera rechazado por el 50,21% de los votantes.

Algunos periodistas lo aplaudieron antes y después de la alocución y el mandatario también agradeció a los medios de comunicación por “la forma como han venido reportando las noticias sobre este proceso” de paz.

Incluso su más férreo adversario, el expresidente opositor Álvaro Uribe (2002-2010), felicitó a Santos por el Nobel, aunque a la vez deseó que el premio contribuya a cambiar lo que a su juicio es un pacto “dañino” con las FARC.

“Felicito el Nobel para el presidente Santos, deseo que conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia”, tuiteó el actual senador Uribe, triunfador en el plebiscito que se votó el 2 de octubre.

El líder del derechista Centro Democrático se reunió con el presidente el 5 de octubre, luego de no verse cara a cara por más de cinco años, en pos de encontrar una salida a la crisis que generó el apretado resultado electoral.

“Es mejor la paz para todos los colombianos que un acuerdo débil para la mitad de los ciudadanos”, dijo Uribe la víspera a la salida del encuentro en la presidencial Casa de Nariño.

Según Uribe, el pacto de paz encaminaba al país al “castrochavismo” de Cuba y Venezuela, a la vez que otorgaba “impunidad total” y “elegibilidad política” a guerrilleros responsables de delitos atroces.