La Salle cumple 100 años de vida
Cien años de grandeza. Con esa meta cumplida, la Unidad Educativa Particular La Salle Conocoto celebra un siglo de trayectoria.
La institución es parte de los 45 centros educativos de la congregación de Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle y que pertenecen al Distrito Norandino Sector Ecuador.
En la actualidad, la educación que se rige bajo los principios lasallistas está presente en 83 países.
La pandemia del covid-19 no podía ser motivo para dejar de recordar y celebrar una fecha tan especial, para no hacer un justo reconocimiento a un siglo de enseñanza. Así que, con las medidas de bioseguridad del caso, el viernes pasado se colocó una ofrenda floral al busto de San Juan Bautista De La Salle.
El evento tuvo la participación de autoridades del plantel. Esta actividad se realizó a las 10:00 y se transmitió a través de Internet para la comunidad educativa. Ese mismo día, en la tarde, se llevó a cabo la sesión solemne por los 100 años del plantel.
Desde la institución se recuerda que en 1863 llegaron los primeros Hermanos al Ecuador, constituyéndose en el primer país hispanoamericano que recibió la doctrina lasallista.
El 20 de agosto de 1863, se constituyó la escuela en Quito, con 350 alumnos, en la calle Benalcázar. El 8 de enero de 1921, se autorizó el funcionamiento del plantel. El 15 de octubre de 1892, el colegio arrancó sus actividades en una casa rentada para, posteriormente, en 1908, situarse en un inmueble de las calles Caldas y Vargas (San Blas).
Y ya para 1991, por la visión del hermano Héctor Martínez Sotomayor, visitador provincial de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en el Ecuador, llegó la mudanza hacia un campus ecológico, en la parroquia de Conocoto.
El plantel, “donde se educa con calidad y con un acompañamiento constante a los estudiantes”, cuenta con 2 310 alumnos, desde Inicial 2 (3 años) hasta 3º de Bachillerato General Unificado. Ofrece el Bachillerato Internacional.
La premisa, que se mantiene también con la enseñanza no presencial, es encaminar a seres competentes, críticos y sensibles a diferentes perspectivas. Y, por supuesto, que contribuyan a la construcción de un mundo más justo, equitativo y solidario.
