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18 de enero de 2019 12:17

La huella de Juan Carlos Vela se mantiene en una fundación

Según la condición de cada paciente, se diseña una terapia personalizada. Foto: ÚN

Según la condición de cada paciente, se diseña una terapia personalizada. Foto: ÚN

Redacción Últimas Noticias
(I)

A Juan Carlos Vela le anunciaron que no superaría los 9 años de vida. Desde que nació tenía problemas de movilidad. El primer diagnóstico fue Distrofia Muscular de Duchenne y más tarde, atrofia muscular infantil.

Cumplió 40 años, aunque aún con limitaciones en el movimiento, siendo todavía un niño conoció al físico Stephen Hawking y su espíritu de lucha sigue vigente en la fundación que lleva su nombre.

Imagen del 27 de octubre de 1993 que muestra a Stephen Hawking junto a Juan Carlos Vela. Foto: Archivo/ ÚN

Imagen del 27 de octubre de 1993 que muestra a Stephen Hawking junto a Juan Carlos Vela. Foto: Archivo/ ÚN 

El padre de Juan Carlos, John Vela, nostálgico, recuerda los días en los que su familia andaba de médico en médico buscando una alternativa para su pequeño, el primero de tres hijos. Fueron, por ejemplo, a EE.UU. buscando una solución, y hasta fue intervenido quirúrgicamente.

Esas travesías, ese “mundo”, fue el motor para que el propio Juan Carlos impulsara, en principio a su madre, y luego a toda la familia, a crear una fundación para quienes enfrentaban una realidad similar a la suya. El objetivo se cumplió y, en 1993, la institución se constituyó legalmente. El Municipio donó el terreno donde se levantó un edifico de cinco pisos (Isla Seymur N 44-61 y Río Coca), en el que funciona la organización, en el norte de Quito.

La tarea, emprendida por la familia y también un grupo de amigos, no fue fácil. John Vela, director ejecutivo de la fundación, cuenta que para recaudar fondos hicieron, bajito, dos de los denominados festivales de las estrellas.

Paso a paso se fue levantando el edificio. No obstante, debido a la salida del país de la familia, pasó un tiempo antes de que los servicios empezaran a marchar. El Director recuerda que los primeros se empezaron a brindar en el 2003, con no más de 10 usuarios a la semana. Actualmente, en temporadas altas, reciben en promedio entre 60 y 70 personas.

La especialidad de la fundación es la ayuda a personas con distrofia muscular.No obstante, han implementado otros servicios, como terapias físicas y rehabilitación para enfermedades traumatológicas, artritis, artrosis, Párkinson, lumbalgia, parálisis facial, etc. Además dan terapia de lenguaje, psicología y odontología. Ni bien llegan los usuarios, se les realiza una evaluación social. La consulta cuesta USD 7, pero para las personas de bajos recursos es gratis.

Para semejante tarea, en la que participan ocho trabajadores, se necesita apoyo. Puede acolitar con donaciones al 2279-298.

Un paciente relativamente nuevo es Bladimir Maldonado, de 59 años. Debido a un accidente de tránsito sufrió una fractura en la tibia. Ya pasó por dos cirugías y desde hace dos meses empezó a acudir a la fundación todos los días.

Todos los casos y la lucha de Juan Carlos siguen inspirando el trabajo en el establecimiento, que abre de lunes a viernes, de 07:00 a 17:00 y los sábados, de 08:00 a 12:00.

Y para que vea que Juan Carlos ha llegado lejos, vaya sabiendo que es tecnólogo en computación animada, multimedia y diseño gráfico. Vive en Toronto y es ejecutivo de un banco. Desde el 2002 está por las lejuras, tiene una pareja, viaja y camina distancias cortas.

Su padre dice que una de las razones para dar la pelea en Ecuador por sus pacientes es que “en Toronto tiene servicios que comparados con los que reciben las personas con discapacidad en este país, son como ciencia ficción”.