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19 de junio de 2019 10:38

Mercedes Siguencia, una lideresa emprendedora

Mercedes Siguencia estuvo en la feria alimenticia que organizó la UDLA. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Mercedes Siguencia estuvo en la feria alimenticia que organizó la UDLA. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

“Mi lucha es por el progreso de mis compañeras”. Con esta frase Mercedes Siguencia, una agricultora bien emprendedora, resume su trabajo durante más de una década. Ella es la administradora de la Asociación de Mujeres Flor Andina.

La mujer de 54 años, de Biblián (Cañar), vivió de cerca los efectos de la migración en los 90. Su expareja se marchó del país y ella se quedó al cuidado de sus dos hijos, en ese entonces, de 2 años y 7 meses. Cuando el padre volvió “vino con otros pensamientos” y se separaron.

Ella siguió firme en la consigna de que sus retoños sean profesionales y, con harto esfuerzo en el campo, lo consiguió. El uno se graduó en Zootecnia y el otro, en Telecomunicaciones.

Desde la creación de la asociación, Mercedes siempre ha ocupado un cargo directivo. Es que tiene la experiencia de dirigir su hogar con ñeque, pues a todo le entró para sostener a sus hijos: cultivo de verduras, hortalizas, cuidado de ganado, ventas, etc.

Con esa escuela de esfuerzo sigue trabajando con sus 21 compañeras para impulsar los emprendimientos. Con uno de ellos, la elaboración de yogurt y galletas con ocas, ayer, 18 de junio del 2019, llegó a la Universidad de las Américas, a uno de los estands de la feria por el Día de la Gastronomía Sostenible.

Dice que la capital es su segundo hogar, adonde llega, bajito, una vez al mes. También viaja, con cuatro compañeras, a Cuenca y Guayaquil, otros mercados para los productos del grupo. En un día bueno, consiguen hasta USD 400.

Para apoyar a la asociación y a su propio crecimiento, Mercedes terminó el colegio y se inscribió en la universidad, para especializarse en desarrollo local.

Por diversas circunstancias, no pudo concluir la carrera. Eso sí, se ha apuntado a toda capacitación: contabilidad, atención al público, desarrollo, emprendimiento y más. Todo lo aplica para impulsar lo que producen, como dice, a 3300 metros de altura, al pie de la montaña.

La asociación tienen una nueva meta en marcha: un centro de acopio para sus productos y para los de mujeres de la provincia. Esperan que en tres meses esté listo. Ahí no tienen entrada los hombres a menos que apoyen. “Si no ayudan, que no estorben”, dice.

Además de ponerle ñeque al emprendimiento, a la mujer de sonrisa dulce y manos firmes, le encanta el baile en las fiestas de su tierra o en reuniones. Y le entra a la cocina, su especialidad: los ahogados de pollo. Ya en su hogar, prefiere estar sola, así como cuando camina por el páramo pastando el ganado.