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29 de julio de 2020 17:08

Metas cumplidas pese a pandemia

María Fabiola Cóndor fue escolta. Fotos: cortesía

María Fabiola Cóndor fue escolta. Fotos: cortesía

Ana Guerrero (I)

Enfrentó al covid-19 a puertas de graduarse. Lo hizo a los 46 años. María Fabiola Cóndor es parte de los 52 667 nuevos bachilleres del Distrito Metropolitano de Quito.

Hace tres años que la quiteña retomó los estudios en la jornada nocturna de la Unidad Educativa Eloy Alfaro. Recuerda que además de cumplir la meta de ser bachiller, su motivación fue dar ejemplo de esfuerzo y dedicación a sus tres hijos.

Y lo consiguió y no solo a sus retoños, sino también a sus esposo, Jorge Ruano, quien pasó a primero de bachillerato y estudia en el mismo plantel, al igual que Darwin, uno de sus hijos, quien va a segundo.

María además es muestra de excelencia, pues es escolta del pabellón del plantel. Y antes de la ceremonia virtual de graduación, que se realizó ayer, tuvo que enfrentarse al covid-19 y a la muerte de su padre, quien adquirió el virus.

José Espinoza recibe su diploma.

José Espinoza recibe su diploma.

José Eduardo Espinoza, de 48 años, es otro flamante bachiller. Él se graduó el sábado, en la Unidad Educativa Municipal Sucre, en la modalidad semipresencial.

Oriundo de Chimborazo y cuarto de ocho hermanos, es un digno representante del gremio amarillo de Quito. Por la falta de recursos no pudo ingresar al colegio y desde guambrito se dedicó a trabajar, desde hace ocho años se dedica al taxismo.

En varias ocasiones fue presidente del grado de sus hijos y cuando le preguntaban la instrucción se sentía mal. Se enteró de la modalidad semipresencial y se animó. En la Sucre hay bachillerato en Ciencias y Técnico en Contabilidad. Él se inclinó por el segundo y, como cuenta, se olvidó de los tiempos libres.

Amarily Mato, el 29 de julio del 2020 junto a su hija.

Amarily Mato, el 29 de julio del 2020 junto a su hija. .

Amarily Mato, de 56 años. La oriunda de Manabí también ingresó a la Sucre. Ella recuerda que no completó el bachillerato porque su familia era de escasos recursos y desde muy pequeña tuvo que trabajar en el campo. A los 19 años viajó a Quito, se casó y tuvo cuatro retoños.

Empezó a trabajar, y hasta la actualidad, en quehaceres domésticos.
Una de sus hijas estudió en la Sucre, así que la mujer decidió ingresar. Reconoce que no fue fácil y que hubo días que ya botaba la toalla. Sin embargo, con el apoyo de sus hijos, los profes e incluso de sus jefes es una flamante bachiller.

Los tres graduados coinciden en que el camino sigue y hay nuevas metas. De cajón: estudiar una carrera.