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6 de junio de 2019 09:18

Minga para reforzar casas de La Roldós

De izq. a  der: Leonardo Cuestas, Manuel Uribe, Segundo Vásquez y Pablo Moreira revisan una de las casas a intervenir. Foto: Ana Guerrero / ÚN

De izq. a der: Leonardo Cuestas, Manuel Uribe, Segundo Vásquez y Pablo Moreira revisan una de las casas a intervenir. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

Las columnas a medio terminar, las varillas salidas sobre el techo y las paredes llenas de grietas quedarán en el pasado. En La Roldós, norte de Quito, tres casas serán reforzadas y, de yapa, les mejorarán la habitabilidad. Este es apenas el inicio de un proyecto más ambicioso, que apunta a extenderse a toda la ciudad y al país. Nació desde el Foro de la Ciudad, de la mano del Colegio de Arquitectos.

El plan piloto tiene objetivos claros: que las casas tengan condiciones idóneas para sus habitantes y, lo más urgente, que los hogares “no sean ataúdes” en caso de un desastre natural, que protejan al ciudadano.

El presidente del Colegio de Arquitectos (local y nacional), Pablo Moreira, habla sobre el punto de partida de la iniciativa: en el Ecuador la informalidad de las construcciones es alto, de hasta el 70%. Según estimaciones, en Quito es un poco menor: aproximadamente el 65% de las construcciones es informal. Ahora de ley toca contar con la aprobación de los planos de la edificación. Hasta hay nueva ordenanza que exige el reforzamiento antes de obtener los papeles.

Las construcciones informales son las que se levantaron en un terreno no legalizado y sin parámetros técnicos, o, con normas técnicas, pero en un predio no legal, o, en terreno con papeles en regla, pero sin supervisión técnica.

Moreira cuenta que antes de lanzarse al ruedo en el reforzamiento de las casas de La Roldós, que se prevé empiece la segunda semana de julio, primerito, hubo jornadas de capacitación con arquitectos, estudiantes, vecinos, entre otros. Luego hicieron la prueba casa adentro. “Fuimos nuestro propio conejillo de Indias”.

Aplicaron los conocimientos adquiridos en una sede social del Colegio de Arquitectos, de unos 40 metros cuadrados. La obra les tomó dos semanas.

El coordinador del proyecto piloto del reforzamiento estructural del Foro de la Ciudad, Manuel Uribe, explica que el reforzamiento consiste en transformar paredes existentes en elementos estructurales a través de un enchape, colocando una malla. Eso sí, primero se estudian estratégicamente cuáles. Y participarán vecinos, estudiantes, profesionales y todo el que quiera acolitar. Se armará la minga.

Una de las metas es que las nuevas estructuras puedan aguantar en caso de un buen sacudón, pues Quito tiene una falla geológica. Clarito recordará el enjambre de sismos de la semana pasada.

Y ahí no queda. Moreira expone el condumio del proyecto, la habitabilidad. En pocas, que mejoren las condiciones del espacio donde viven las familias. Por ejemplo, intervenir un baño sin ventilación, un cuarto sin iluminación, acabados de llorar, etc.

Escogieron La Roldós porque reúne varios elementos, entre ellos un suelo complejo y viviendas construidas obedeciendo únicamente a la funcionalidad, dejando de lado lo técnico. Hubo otro elemento fundamental, cuenta Moreira: la apertura de los vecinos para que sus casas sean intervenidas.

Y cómo no, exclama Leonardo Cuestas, presidente de la cooperativa. Reconoce que las casas se levantaron sin cumplir normas técnicas. Es que en los inicios del lugar, hace como 36 años, lo que importaba era tener donde vivir.

Las primeras casas fueron de palos, de los mismos que había en el sector. Llegaron como 1 200 socios y ahora son 3 400.

El dirigente de la cooperativa comparte el objetivo de los expertos del Colegio de Arquitectos: la seguridad de sus vecinos.

Y en el grupo de quienes tendrán casas más tucas esta Segundo Vásquez y su esposa, Carmen Cevallos. Ellos fueron de los primeros moradores de la cooperativa y levantaron su casa de a poco. Con decirle que a veces no tenían ni para el cemento. Más de 30 años después, su casa aún está incompleta y con hartas fisuras y columnas salidas, cual antenas.

Vásquez se enteró del proyecto y de una pidió ser incluido. Aunque le tocará buscar vivienda temporal mientras dure la obra, que se prevé tardará unos 10 días, anda contento y con la esperanza de que su hogar quede bien. Hasta la casa llegan los técnicos, quienes le explican en qué consistirá la intervención.

Él hasta le apunta a construir otros cuartitos para poder arrendar y ayudarse en algo económicamente, pues consigue trabajo eventualmente como albañil.

Y justamente Uribe alude a la esperanza del vecino para recordar que: “Si refuerzo, puedo crecer, mejorar la habitabilidad y dejar de vivir en una caja”. Pero para que la esperanza de Vásquez se replique en el resto de la urbe y del país, hace falta plata.
Moreira hace el llamado para que el sector público y el privado colaboren. De entrada, pueden empezar aportando para el trabajo en las casas de La Roldós.

Solo el costo por metro cuadrado neto de la obra es de USD 18. Pero hay que sumar el valor de los estudios arquitectónicos y estructurales.