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31 de enero de 2019 09:22

Misas de niño hasta Carnaval

Las celebraciones eucarísticas en honor al Niño Jesús involucran la participación de monaguillos y de los diferentes grupos de cantores de la parroquia. Foto: ÚN

Las celebraciones eucarísticas en honor al Niño Jesús involucran la participación de monaguillos y de los diferentes grupos de cantores de la parroquia. Foto: ÚN

Yadira Trujillo Mina
(I)

“Yo tengo bastante devoción a los niñitos, por eso cada año les hago la misita, tengo algunos…”, cuenta doña Mercedes Criollo, vecina del barrio Nina Llacta, en el sur de Quito.

Ella llegó a la iglesia de Santa Rita el fin de semana (26- 27 de enero del 2019) acompañada de su hijo, como todos los años, para escuchar la misa que cada enero le ofrece a los niños Jesús que conserva en su casa.

No recuerda cuántos mismo son, pero la mayoría le han dado sus hijos y nietos. “‘Darame’ teniendo mamita”, le han dicho varios de ellos. Doña Mercedes cumple el pedido, pero no solo los guarda sino que, después de Navidad, les paga una misita como muestra de su fe.

Durante todo el mes de enero y hasta el 5 de marzo de Carnaval, en esa parroquia del sur de Quito se seguirán ofreciendo misas para el Niño Dios.

Unas 70 se celebran pasada la Navidad en la iglesia de Santa Rita.

El padre Guido Bass, párroco del templo, cuenta que en este período surge una segunda Navidad para los fieles y que llegan hasta Carnaval con sus niños para darles gracias.

Comenta que los católicos le apuntan incluso hasta marzo para la misa, porque quieren empezar un nuevo ciclo en su vida cristiana justo el Miércoles de Ceniza.

Sin embargo, el sacerdote deja claro que cualquier día en la vida es una buena oportunidad para recordar a Jesús con devoción, como muestra de respeto a su infancia y como celebración del inicio de la salvación.

Y los fieles católicos así lo sienten. Por eso varias familias de las que acudieron a la misa en Santa Rita planificaron, tras la eucaristía, una comidita y, de yapa, se pegaron un baile.

Kevin García entró a la iglesia con un Divino Niño en sus brazos. Le ayudaba a la abuelita y, de pasito, contó que en la casa estaba listo el hornado con chicha y la música para festejar después de la misa.

Para el padrecito, esto nunca está de más, ya que la devoción transmitida por generaciones hace que las familias se reúnan y sientan la alegría de su fe, a través de disfraces, fiesta y jolgorio. Obviamente la banda de pueblo y los juegos pirotécnicos.

En el caso de Amparito Chancusig y su familia, la fiesta ya pasó, la tuvieron en diciembre mismo, en la casa de su hermano, así que no pudo hacer la misa en Navidad. Por eso, el fin de semana la hizo para dos niñitos Dios que tiene junto a otra hermana.

Para ella es muy importante no quedarle mal ni un solo año a su Guagua Dios con la misa. Incluso lleva a sus hijos para que ellos se contagien de su fe y continúen con la tradición cuando ya no esté.

El padre Bass dice que es bien importante entender que no hay que moverse hacia Dios por temor ni por miedo, pensando que por no hacer la misa le puede llegar la mala racha a la familia. Eso no, aclara; y agrega que cierto que hay circunstancias penosas, pero nunca se las puede atribuir a Dios.