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6 de febrero de 2020 14:44

Lindos parques en la Quito Norte

Los dirigentes de la Quito Norte están en todo, hasta en las misas que cada diciembre celebran por el cumpleaños del sector y también de la ciudad. Foto: Patricio Terán / ÚN

Los dirigentes de la Quito Norte están en todo, hasta en las misas que cada diciembre celebran por el cumpleaños del sector y también de la ciudad. Foto: Patricio Terán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Las primeras familias en llegar a vivir en la Quito Norte fueron los Páez, Ayala, Proaño, Argüello, Arellano… Contrario a otros barrios, en este hubo todos los servidos, rememora Julio Cevallos, presidente del sector.

Lo que pasa, continúa, “es que a los pobrecitos nos trataron mejor en aquel tiempo”. Era el año de 1963 y los ejecutores de la ciudadela pusieron la mitad del crédito de las casas y la otra, el Banco de la Vivienda.

Y nada de ‘probrecitos’, porque tuvieron abundante agua, buena luz gracias a los buenazos transformadores de su vecino más insigne: el Hospital Pablo Arturo Suárez.

Hubo más: en cada casa se puso un teléfono de color gris, de disco. “Era un lujo un aparato de esos, pero poco se usaba porque no había con quién hablar”, rememora Cevallos.

Y ni qué decir de las vías, todas eran empedradas así que no había necesidad de ensuciarse los zapatos en los días de invierno o verano. Hace 40 años, esas calles las pavimentaron los chinos, cuentan los moradores.

Desde siempre estuvieron rodeados de vecinos importantes y de parques. Eduardo Páez, secretario de la Quito Norte, dice que tienen ocho zonas verdes y con hartas canchas.

Fiesteros también fueron. Su gente fue la mentalizadora del famoso Machalazo; con el andar de los años, creó cátedra de cómo se festeja a Quito.

Un recorrido con historia

El nombre de Quito Norte tiene su razón de ser. Resulta que el barrio comenzó a levantarse un 28 de julio de 1963 y como era en los extramuros, sus habitantes creyeron que sería lo último, lo más al extremo norte de la pujante ciudad.

En ese espacio estaba la hacienda El Rosario, que se extendía desde la actual Kennedy. Esta primera urbanización se levantó con la ayuda del gobierno gringo (época de John F. Kennedy), y estuvo dirigido solo para la gente más pobre y con sueldos bajísimos, recuerda Julio Cevallos, presidente del sector.

Las casitas eran de una sola planta y con todos los servicios básicos, incluso teléfono. El futuro dueño de la casa tenía la opción de pedir la forma en la cual quería los muros de su hogar, agrega Eduardo Páez, secretario del Comité. Inicialmente, cuatro o cinco familias decidieron echar raíces en la Quito Norte.

El lugar emblemático

La cancha que brilla y es una celebridad


Redacción Últimas Noticias (I)

La cancha deportiva es un asunto de orgullo para los vecinos de la Quito Norte. Al inicio, por 1972, era un espacio así nomás; los vecinos la arreglaron con mingas; era de tierra.

Aun así, por aquel tiempo se creó el campeonato Juventudes Quito Norte y dentro de los 10 equipos estaban: Gallineros, La Familia, Génesis… Solo gente del barrio podía ser parte de esos grupos, y un chulla extranjero.

El campeonato duraba ocho meses y el ganador se llevaba el trofeo, que lo entregaban justo para las Fiestas de Quito. El equipo Millonarios se llevó varias veces esa distinción.

Es uno de los lugares de encuentro de la Quito Norte. Foto: ÚN

Es uno de los lugares de encuentro de la Quito Norte. Foto: ÚN

Como no tenían casa barrial, los de la Liga se reunían en el parque, y como sillas estaban los troncos de los árboles. Para iniciar cada campeonato, antes había la minga, porque la cancha estaba rodeada de árboles y no había graderío.

Pasó el tiempo y hace ocho años esa cancha se hizo sintética y repuntó. Un grupo de exjugadores y dirigentes gestionó para hacer el graderío.

Avanzó tanto esa Liga que actualmente está a la vanguardia: luces LED, baterías sanitarias, cabina de transmisión, cámaras para seguridad, camerino y espacio para suplentes.

Hay más, “es la única Liga que tiene servicio de paramédicos y un alcocheck”, dice Eduardo Páez, dirigente de la Liga.

Actualmente, a lo largo del año, tienen tres torneos: mayores de 40, torneo promocional y el Abierto. Hay 60 equipos.

El personaje

Páez, relacionador público de la liga


Redacción Últimas Noticias (I)

Nació en Quito y llegó al barrio apenas a los pocos meses de nacido, actualmente tiene 56 años. Eduardo Páez cuenta que su familia fue una de las primeras en pisar este suelo y, como todo era botado, resultaba un drama ir a la escuela Faustino Sarmiento.

Luego, en el colegio, estuvo en el Luciano Andrade Marín que inicialmente funcionó en el sector de La Rumiñahui, luego se pasó por San Carlos.

Cuando llegó el tiempo de la U, estudió Medicina por tres años. Pero luego se decantó por el Periodismo, todo porque en la radio donde trabajó le sedujo ese oficio. Cuando se casó dejó la carrera; sin embargo, ya con mujer e hijos, la retomó.

Eduardo Páez es dirigente de la Liga. Foto: ÚN

Eduardo Páez es dirigente de la Liga. Foto: ÚN

Ni porque se casó dejó la Quito Norte. Su barrio era todo, y siempre metido en los deportes. Primero era jugador de fútbol en medio de los potreros, y con sus travesuras hacía gozar a la vecindad. También motivó, a través de cursos y talleres, a la gente de la tercera edad de su barrio.

Solo hace cuatro años, cuando falleció su padre, se vinculó de forma más directa y, actualmente, es el secretario del Comité Central del barrio Quito Norte y relacionador público de la Liga. Por eso es harto conocido.

Ahora es divorciado, y tiene tres hijos, pero su nieto de seis años es su vida y con él sale a ciclear en el Bicentenario.

Su sueño es consolidar el trabajo con la comunidad y que este año acuda, venga y colabore con la bella Quito Norte.

La hueca

Sambate, cafetería con sabor lojano

Redacción Últimas Noticias (I)

Su especialidad son los desayunos bien puestos y con delicias de la cocina lojana. En el Sambate Cafetería, ubicado en la esquina de la Ángel Ludeña y José Mora (frente al Hospital Pablo Arturo), se ofrece desde humitas hasta tamales de pollo y cerdo.

Este último manjar es el que más atrae a la clientela que, incluso, llega desde Carapungo. La atención es de lunes a sábado, entre 08:00 y 11:00.

Silvia Rojas, una de las dos propietarias del lugar, cuenta que también ofrece roscones, bocadillos, café… y todo es de Loja. El negocio apareció hace siete años; antes el producto vendía solo a locales.

Silvia Rojas en la entrada del negocio. Foto: ÚN

Silvia Rojas en la entrada del negocio. Foto: ÚN

Junto a su madre Mercedes Encalada, creyó que ya era hora de ponerse un local. Y así lo hicieron y le bautizaron como Sambate, una palabra saraguro que significa humita.

Y como les encanta lo que hacen, en estos días abrieron su segundo local por Carapungo, con una diferencia: atenderán solo en la tarde (desde las 16:00 hasta las 22:00), y se ofrecerán platos fuertes: chivo al hueco, cecina lojana, hallacas, tamales...

El tema de la atención al cliente les encanta, tanto que a los comensales que llegan a Sambate incluso les prestan oídos, pues algunos de ellos llegan agobiados con las enfermedades de sus parientes que se atienden en el Hospital Pablo Arturo Suárez.

Para más adelante, pretenden sacar productos con su propia marca; pero este momento le miman a su Sambate.