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25 de febrero de 2021 16:41

Presos avisaron del ataque

Afuera de Criminalística, en Guayaquil, aguardan con los féretros. Foto: Enrique Pesantes / ÚN

Afuera de Criminalística, en Guayaquil, aguardan con los féretros. Foto: Enrique Pesantes / ÚN

Lineida Castillo. (I)

El Centro Forense de Cuenca permanece cerrado con vallas metálicas. En los exteriores, el llanto y el dolor de hijos, hermanos, padres y esposas se enciende cuando los uniformados llaman a la puerta a los familiares que deben entrar a reconocer el cuerpo de los internos que fueron asesinados en la cárcel de Turi.

Lorena, una joven de 25 años, llegó de Loja. Su marido es uno de los fallecidos. Contó que minutos antes del asesinato su esposo la llamó a su teléfono desesperado y le dijo que ‘Los lobos’ estaban ingresando al pabellón para asesinarlos.

Según la Policía, los crímenes ocurridos en cuatro cárceles del país se produjeron por disputas entre bandas delictivas a las que identifican como Los Lobos, Los Choneros, Los Lagartos, Los Pipos y Los ChoneKillers.

Lorena llamó muchas veces a su esposo, pero ya no respondió. “Casi a la hora supe que lo habían asesinado, habían apagado su voz definitivamente. Luego me llegó el video, decapitado”.

La última vez que vio a su esposo fue el sábado pasado; lo visitó en la celda. “Nunca me alertó nada. Todo estaba normal. Él estaba contento, porque en tres meses cumplía la mitad de la pena y posiblemente obtendría la libertad”. Su pareja cumplía sentencia por asesinato.

Al dolor de las esposas se suma el de las madres que aguardan también afuera de la morgue. Cuando un policía que custodia el acceso pidió que pasaran los familiares de un interno asesinado, la madre se acercó rápidamente, lloraba, apretaba con sus manos el rostro y no tuvo fuerzas para ingresar. En su lugar lo hizo su esposo y un cuñado.

La mujer lloraba. De momento reclamaba en voz alta. “Ustedes son los culpables. Cómo ingresan las armas. A nosotros, las visitas, nos revisan hasta las partes íntimas...”.

Familiares esperan en los exteriores del Centro Forense de Cuenca. Foto: Lineida Castillo / ÚN

Familiares esperan en los exteriores del Centro Forense de Cuenca. Foto: Lineida Castillo / ÚN

Esta madre llegó la madrugada de ayer a Cuenca, desde Los Ríos, tras conocer del sangriento ataque registrado en el centro carcelario y de ver los dolorosos videos que circulan en las redes sociales.

El del video “era mi hijo, lo reconocí enseguida, estaba su cuerpo destrozado”, dijo mientras su voz se apagaba. Familiares de otros internos asesinados la abrazaron y juntos lloraban. Él estaba sentenciado a 22 años y llevaba seis preso. Antes estuvo en las cárceles de Quevedo y Guayaquil.

Hace tres semanas, su hijo le contó que les estaban preparando un ataque. “Desde allí he vivido intranquila. Alertamos a las autoridades, pero no hicieron nada”, contó.
Minutos antes de la masacre su hijo la llamó. Ella llora al recordar sus palabras.

“Pedía auxilio y gritaba desesperado que llame al Director de la Cárcel y la Policía para que frenen el ataque. Nadie contestaba, ni el 911. Yo tan lejos (Los Ríos) tampoco pude impedirlo y ahora solo vengo a recoger lo que queda de él”, dijo y siguió su llanto. En el caso de Turi se habían identificado ya a 24 de los 34 internos asesinados. Muchos debieron ser reconocidos e identificados por familiares para luego hacer las autopsias.

18 cuerpos están desmembrados y en esos casos, un equipo especial del Centro Forense se encarga de analizar las identidades, explicó un funcionario.
Los asesinados en las cárceles suman 79. Aparte de los de Turi, hay 31 en la regional Guayas, ocho en Cotopaxi y seis en la Penitenciaría de Guayaquil.