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1 de octubre de 2019 08:55

Los profes dan clases en los hogares

Yessica Riofrío (d.) en una jornada educativa con Wendy. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Yessica Riofrío (d.) en una jornada educativa con Wendy. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

La jornada empieza a las 06:30, timbrando su asistencia en un plantel del norte de Quito. Desde allí, con material didáctico al hombro, Yessica Riofrío se dirige a distintos hogares de Zámbiza, Monteserrín y Nayón. Ella es una de las maestras del Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia (Safpi).

Hogares diversos son las aulas en las cuales la docente da clases. La oportunidad de enseñar en familia es una de las ventajas que destaca del programa que acaba de inaugurar oficialmente su segundo año lectivo.

El servicio está dirigido para niños de 3 y 4 años. Como cuenta Yessica, con 19 años ejerciendo la docencia, es una iniciativa que, aunque procura llegar a personas de escasos recursos, no excluye a nadie.

Safpi se desarrolla a través de la metodología juego- aprendizaje, considerando los aspectos cognitivo, afectivo, psicomotriz, social, de identidad y autonomía. Cada docente visita el domicilio de los peques una o dos veces a la semana por una hora. Los viernes, todos los niños del sector se reúnen durante dos horas. La profe va, al menos, a seis hogares diarios.

Al ingresar a los hogares, muchas veces le ha tocado hacer hasta de psicóloga con los papitos. En otras, como la jornada empieza temprano, llega con pan para el desayuno. “Es cuestión de vocación y amor social”. Las docentes están pendientes de si los estudiantes están bajos de peso y sugieren una dieta.

Uno de los puntos a los que ha llegado el programa es una vivienda en Nayón, donde habitan unas 40 personas de la comunidad Chachi. Llegaron desde Esmeraldas buscando mejores oportunidades de vida.

El pasado año lectivo, la docente visitó a la comunidad para motivar que las familias se unieran al Safpi. Fue un reto, los niños no comprendían casi nada de español, pues su lengua materna es el Cha’palaa.

El camino: la enseñanza con imágenes y aprender alguito de la lengua. Todas las clases en el caso de los niños de la comunidad se hicieron de forma grupal.

Elizabeth Melchor, quien llegó a la capital hace siete años, es madre de una niña que el año pasado participó del programa. Contenta cuenta que su hija, ahora de 5 años, aprendió bastante, incluso empezó a leer.

De pasito, ella y su vecina María de la Cruz comparten que en la casa, donde cada familia habita en un cuarto, realizan festejos tradicionales de la comunidad. En fechas especiales, comparten alimentos y danzan.

Yessica, al pie de la vivienda, ayuda a María a llenar el formulario de inscripción para que su peque se apunte al Safpi. Mientras tanto, la mujer recuerda que en su tierra no encontraban trabajo y tuvieron que salir. En Quito su esposo se dedica a la construcción y ella atiende en un restaurante.

Tatiana Tituaña es otra madre que se acogió al servicio. Ella se enteró por su hermana y este año su hija Wendy, de 3 años, es una de las alumnas de Yessica. Ya en el proceso de adaptación, Tatiana ha visto tremendo cambio. La guagua es más independiente, va al baño sola y come sin ayuda.

Alcance

Safpi inició sus tareas en Quito en el año lectivo 2018-2019. Atendió a 2 637 niños de 3 y 4 años, con 129 docentes. En el 2019-2020 se proyecta atender a 3 354 menores.

Para apuntarse puede ir al distrito educativo más cercano. Las profes también se encargan de difundir el servicio.