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29 de junio de 2018 10:28

El pueblo despide a ‘los tres’

Hasta la iglesia de La Dolorosa, en el norte de Quito, llegaron las personas para despedir al equipo de EL COMERCIO. Foto: Galo Paguay / ÚN

Hasta la iglesia de La Dolorosa, en el norte de Quito, llegaron las personas para despedir al equipo de EL COMERCIO. Foto: Galo Paguay / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Todo el altar mayor de la basílica La Dolorosa estuvo cubierto de flores, en su mayoría blancas y de rosas también estuvieron coronados los tres féretros de Efraín Segarra,Javier Ortega y Paúl Rivas que eran velados allí desde la mañana de ayer, 28 de junio del 2018.

El enorme templo de la esquina de las avenidas América y Mariana de Jesús recibió, durante todo el día de ayer, a los amigos y conocidos del equipo periodístico de EL COMERCIO que fue secuestrado y asesinado en la frontera con Colombia.

Todo mundo estuvo allí, desde periodistas, docentes universitarios, funcionarios públicos hasta los vecinos de Quito que siguieron los detalles de este triste suceso que conmocionó al país.

Caminando con una pena infinita se la vio a Rosa Suárez, vecina del barrio La Vicentina. “Salí de mi trabajo que queda en La Carolina (es trabajadora del hogar) y me vine al funeral al menos un ratito, a hacer compañía a nuestros tres compatriotas que salieron a trabajar y nunca volvieron. Son humanos y da mucha pena”.

Se secó las lágrimas y agregó: “soy del pueblo y con mi presencia les quiero hacer un sencillo homenaje por su trabajo”.

Muy cerca de ella pasó José Alcocer, morador de La Gatazo. Se vino hasta La Dolorosa porque “estoy muy afectado con esta desgracia”, dijo. “No quiero ni imaginarme el dolor de sus familiares. Ellos vivirán toda la vida en nuestra mente; fueron mártires...”.

“Ahora solo espero que esta desdicha nos haga reaccionar y que nuestro país siga siendo de paz”.

Desde El Condado fue al funeral Elena Zambrano. Tras dos horas de acompañar al equipo periodístico, se marchó acongojada. No soltaba el pañuelo que apretaba en su mano derecha y se fue diciendo que “ojalá las autoridades puedan hacer algo y no se repitan estos terribles casos”.

Y mientras era la misa, Guadalupe Lascano, de La Luz, escribió en uno de los tres cuadernos que estaban en el ingreso del templo: “... todo el país está con el corazón latiendo, pero tratando de dar ánimo y paz. Que nada quede impune...”.