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12 de junio de 2019 10:37

Rayones vs murales, en La Floresta

Este punto de la calle Madrid, en La Floresta, está hecho un ‘cuchi’. Fotos: Ana María Carvajal / ÚN

Este punto de la calle Madrid, en La Floresta, está hecho un ‘cuchi’. Fotos: Ana María Carvajal / ÚN

Ana María Carvajal
(I)

La Floresta es un barrio con más de 100 años de historia, donde las casas antiguas se confunden entre edificios, arupos y otros árboles típicos de Quito.

Muchos artistas urbanos se han esforzado en crear hermosos murales que recrean paisajes del Ecuador diverso, personajes de la calle y creativos diseños.

Así, algunos vecinos se han librado de los rayones, firmas y garabatos que otros grafiteros se empeñan en poner en sus muros.

Otros ya ni siquiera pintan su cerramiento desde hace años, porque una pared limpia se convierte en una tentación para quienes quieren dejar su marca al andar. Algunos ponen frases, otros consignas políticas y otros, simples rayas.

En la calle Madrid, por ejemplo, justo pasando el redondel de La Floresta, está un edificio en cuyos bajos ya no caben grafitis. Hasta las columnas se volvieron espacio para ellos.

Encima de los rayones también pegan varias capas de afiches donde se promocionan conciertos, obras de teatro, festivales y demás.

Los vecinos cuentan que la gente aprovecha que en las noches hay menos gente caminando por ahí para usar los bajos del edificio como urinario público, por lo que de ciertos rincones sale un olor terrible.

En un barrio tan bonito como La Floresta, este tipo de cosas se convierten en un mal espectáculo que afecta la imagen del sector.

Ni siquiera los muros de piedras se salvan, ya que algunos grafiteros logran dejar sus rayones pasando varias veces el aerosol.

El dato Pintar sin autorización una pared es penado con una multa de media remuneración básica unificada. Con denuncias, puede haber de privación de libertad de entre uno y tres años.