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25 de junio de 2021 12:27

El ‘Rey del Trompo’ dijo adiós

Jorge Rivadeniera Granda en su taller, en el 2010. Era parte del patrimonio inmaterial de la ciudad. Foto: archivo / ÚN

Jorge Rivadeniera Granda en su taller, en el 2010. Era parte del patrimonio inmaterial de la ciudad. Foto: archivo / ÚN

Ana Guerrero
(I)

Alegre, entregado a su trabajo y leal hasta el final, con amigos y familia. Jorge Rivadeneira Granda, el artesano que alegró a más de una generación con sus trompos, sus perinolas y cada una de sus creaciones en madera, este martes 22 de junio, a las 19:00, se despidió de su ciudad, de sus seguidores y de su oficio para siempre.

Su legado, sin embargo, queda vivo, como sus más de 40 trucos y su ingenio a la hora de mantener vivo el juego tradicional.

Pasó su vida en San Roque. Al final de la Rocafuerte, en el Centro, aún está en pie su taller, intacto, como lo dejó antes del confinamiento por la pandemia.

Jorge, ‘El Rey del Trompo’, tenía una afectación cardiopulmonar y el 7 de marzo ingresó al Hospital Carlos Andrade Marín.

En la casa de salud, el 19 de abril, rememora Freddy, el último de sus cuatro hijos, cumplió los 90 años. El personal de salud no pasó por alto la fecha y hasta pudo apagar las velas.

En el Día del Padre, sus familiares le sorprendieron con una serenata. Era un amante del tango.

El artesano venía recuperándose y hasta ya se contemplaba el alta. No obstante, este martes sufrió una descompensación y falleció. El velatorio se realizó ayer, 23 de junio, en El Batán.

Freddy tiene presente las enseñanzas de su padre, campeón Mundial del Trompo. Desde pequeños, les enseñó el oficio y, sobre todo, el trabajo honrado.

Aunque sus hijos, además de él, Genoveva, Jorge y Gladys, siguieron otras profesiones, no se olvidan de aquellas recomendaciones, como que los trompos deben quedar bien “seditas”. De ahí su fama y el porqué de que por su taller hayan pasado abuelos, hijos y nietos.

Jorge, quien desde hace años había sido considerado patrimonio inmaterial de Quito, aprendió el oficio de su padre, a sus 10 primaveras. El progenitor era carpintero y tornero.

Sobre sus amados trompos, no faltaron las ocasiones en las que proclamó: “No solo es un juguete, es un instrumento para comprender la gravedad y la física. Es una afición que no puedo dejar que se pierda”.

Al ser una persona vulnerable, en la pandemia el Rey del Trompo permaneció en su casa de San Marcos, junto a su esposa, Victoria Lascano, con quien estuvo casado por más de 70 años.

La familia analizará el destino del taller, al que Jorge le dedicó su vida y al que añoraba regresar.