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8 de noviembre de 2019 10:00

San Cayetano da empleo y víveres

La misa en honor al santo es los miércoles, a las 08:30. Foto: Ana Guerrero / ÚN

La misa en honor al santo es los miércoles, a las 08:30. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

‘Padre de la caridad. Con fe y amor de cristiano imploro tu piedad’. El himno se entona cada miércoles en la iglesia de San Agustín, en honor a San Cayetano.

Adultos mayores de escasos recursos y personas que están en busca de empleo son los fieles asistentes ese día al imponente templo del Centro de Quito.

La eucaristía empieza a las 08:30. Al ingresar a la iglesia, devotos como Rita (prefiere no revelar su apellido), primero se dirigen al altar del Santo, en la nave occidental de la iglesia, cuya efigie está acompañada de las de Santa Clara de Montefalco y de San Juan de Sahagún.

Rita, de 72 años y oriunda de Cotopaxi, y 129 personas más son testigos de la solidaridad que ha inspirado San Cayetano hasta ahora. Él, en principio, fue agustino, pasó a la orden franciscana y terminó como diocesano.

Cada miércoles, luego de la misa, aquellas personas se forman a un costado del altar mayor y responden al llamado de una mujer, que sujeta una lista. Los fieles y constantes, principalmente abuelitos, reciben dos veces al año víveres: en la fiesta del Santo (7 de agosto) y en Navidad.

“Lo que hace tu mano derecha que no lo sepa la izquierda”, responde la dama que pasa lista. Eso sí, cuenta que la tarea de ayudar se la heredó su hermana, Laura Cárdenas.

Laura, quien falleció hace dos años, tenía 18 cuando llegó a sus manos el libro de la vida del religioso. Inspirada buscó el lugar donde se encuentra la imagen en Quito y, por los años 50, se unió a un grupo de mujeres que ya ayudaba en el sitio. Ellas mantenían el Ropero de San Cayetano.

La imagen está en la nave occidental de la iglesia de San Agustín. Foto: Ana Guerrero / ÚN

La imagen está en la nave occidental de la iglesia de San Agustín. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Con los años el equipo fue desapareciendo, en vista de que algunas integrantes fallecieron. Años más tarde, por pedido del sacerdote de turno, Laura volvió a colaborar en la iglesia. Y así continuó por años.

Luego del fallecimiento de Laura, el legado siguió con su familia, incluida su hija. En la labor también colaboran amigos, con donaciones y harta gestión.

Quien toma lista ahora, contadora de profesión, cuenta que el objetivo de llevar el registro es dar prioridad a los constantes y, sobre todo, a “mis abuelitos”, como les llama a los adulto mayores. Claro que los días de la repartición llegan más personas. Aunque sea alguito alcanza.

Entre los beneficiarios de la solidaridad están Aracely Mendoza, oriunda de Esmeraldas, sus cuatro hijos y su nieto. Llegó a Quito hace 25 años y cada miércoles, desde hace poco más de un año, responde a la lista. Recibe azúcar, atún, sardina, aceite, arroz, etc.

Rosario Osorio, de 65 años, es otra devota. Vende velas fuera de la iglesia desde hace 15 años. Ella, al igual que Rita, dan fe de que las plegarias han sido escuchadas, en particular el pedido de trabajo para sus hijos. Ambas, además, han presenciado la solidaridad de cada semana.

Y si usted quiere apoyar a la labor solidaria en San Agustín, lo que puede hacer es llamar al 252 0960.