En San José de Minas le esperan

Chagras y Arrieros Highlands Ecolodge ofrece el servicio de hospedaje. Foto: cortesía

CAROLINA VASCO

Entre una o dos horas, como máximo, le toma el viaje hasta San José de Minas. Es una cálida parroquia del extremo norte del Distrito. Todo depende desde dónde vaya.

Pero el paseo sí que vale la pena. Quienes visiten este lugar encontrarán una amplia oferta gastronómica, cultural y turística.

Uno de sus imperdibles es la tradicional sopa de harnero. Este popular plato es elaborado con harina de castilla, harina de maíz, pollo de campo, papas, huevos, entre otros.

Así lo explica Paulina Ruiz, administradora del restaurante Don Ruiz.
Pero es posible encontrar otras delicias como morocho, cuy asado, sopa de sancocho, fritadas y caldos de gallina de campo.

Y Ruiz comenta que también pueden preparar otros platos bajo pedido si se comunican al 0987593518. Mama Luz es otro de los restaurantes y de los más antiguos de la parroquia. Su propietaria es Luz Terán y comenta que preparan morcillas de dulce, menudo y una rica fritada.

Pero no todo es comida en Minas, también hay harto por visitar.
Por ejemplo, la pirámide Trunca de Toma Cucho está ubicada en el barrio Alance. Es un vestigio arqueológico elaborado con cangua (adobes grandes) y queda solo a 10 minutos del parque central.

Antiguamente, en ese lugar se realizaban celebraciones de adoración al sol, para recordar los solsticios de invierno y verano, la adoración a la luna, entre otros ritos ancestrales, comenta Vinicio Ayala, técnico de la delegación norcentral de la Administración Zonal Eugenio Espejo.

Otro espacio de distracción es el balneario La Calera. Se trata de un proyecto comunitario que está en crecimiento y cuenta con una piscina de cemento, espacios verdes y hasta un espacio ideal donde ofrecen gastronomía tradicional hecha por la comunidad.

Y si quiere quedarse a dormir sí hay dónde hacerlo. Uno de los establecimientos es el hostal Chagras y Arrieros, Highlands Ecolodge. Juan Fernando Saavedra es su propietario.

Hay cinco habitaciones para parejas o hasta máximo tres personas. Tiene un área de ‘camping’ y servicio de comida al aire libre con vista a paisajes.“Me enfoco en tres principios: la aventura, el turismo educativo y el turismo de nostalgia”, señala Saavedra.

Este último incluye caminatas o espacios para unas chéveres narraciones sobre los procesos de mestizaje a partir de los Quitus, la llegada de los españoles, entre otros parajes.

En este lugar le pueden ayudar con el servicio de guianza para darse una vuelta por los subtrópicos o el páramo. Hay una gran biodiversidad, por lo que se encontrará -con suerte- con pumas, osos de anteojos, cóndores, colibríes, insectos, orquídeas, entre otros.

Y si lo suyo es la aventura también hay opciones y lugares en donde le permiten hacerle al senderismo, subir a la montaña, hacer ciclismo, cabalgatas, observación de aves y fotografía.

San José de Minas está llena de color y su arquitectura compuesta por casas antiguas son el complemento ‘pepa’ para un paseo completo y tradicional.
De recuerdo puede llevarse unas cuántas frutas u otros alimentos. No ve que en la parroquia son especialistas en los cultivos del maíz, aguacates, café, habas, caña de azúcar, mortiños, por mencionar algunos productos.