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22 de abril de 2019 10:44

Una ‘diabla’ estuvo en la Merced

Yadira Aguayo fue la primera ‘diabla’ en participar en la procesión. Foto: Armando Lara / ÚN

Alison Tipán fue la primera ‘diabla’ en participar en la procesión. Foto: Armando Lara / ÚN

Redacción Últimas Noticias

Cuando tenía 10 años, Alison Tipán disfrutaba al ver a los diablos participar en la procesión por Semana Santa que se realiza, todos los años, en la parroquia La Merced, al sur oriente de Quito. Y, como recuerda, siempre quiso formar parte de aquella ceremonia, como una más de los diablos.

Esa idea la mantuvo hasta que cumplió los 17. A esta edad, consiguió que le permitieran ingresar a la diablada, una tradición que se mantiene desde la fundación de esta parroquia, en el año de 1964.

Esta joven cuenta que su padre era conocido de Álvaro Ushiña, el actual capataz de los ‘diablos’, y fue él quien le consultó si su hija podía intervenir en esta ceremonia.

La propuesta fue consultada a todos los miembros de la diablada, quienes decidieron abrirle las puertas. Según ellos, uno de los riesgos que ella corría era que reciba ‘piropos’ de los asistentes a la procesión.

El otro peligro, sufrir pesadillas por estar disfrazada de este personaje diabólico. Estas pesadillas, según Mauro Campo, de 33 años, integrante de los ‘diablos’ son constantes, sobre todo, cuando participan por primera vez en esta ceremonia. A Alison si le advirtieron de esto, pero ella, practicante católica, dice que Dios la librará de los malos sueños.

Esta joven, estudiante del colegio 24 de Mayo, dice que tendrá que participar como diabla durante 12 años consecutivos. Según la creencia, si no lo hace, el cuco se la llevará aunque un ejército se resista.

La muchacha advierte, además, que ninguna de sus compañeras de su establecimiento educativo sabe que ella participó con este personaje en la procesión de la parroquia donde nació. Seguramente, dice, se enterarán después y quizás anime a alguna de sus amigas a sumarse a esta singular procesión.

Cuando empezó esta ceremonia, Alison iba tomada de la mano de otro ‘diablo’, un joven fornido que tenía la misión de cuidarla de los posibles malintencionados que quisieran acercarse.

Algunos de los asistentes a la ceremonia religiosa creían que eran novios, pero ellos insistían en que tenían una buena amistad.

Durante todo el recorrido, las miradas de los feligreses se dirigían a la joven que caminaba con prosa y con la cabeza bien en alto.

Antes del recorrido, Alison lucía un poco nerviosa. Según ella, no podía controlar la ansiedad de participar, por primera vez, en esta procesión que existía antes de que ella naciera y a la cual quiso pertenecer.