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20 de abril de 2020 11:01

En Tabacundo se fabrican ataúdes

Los obreros preparan las tablas tríplex con las que luego dan forma al féretro

Los obreros preparan las tablas tríplex con las que luego dan forma al féretro. Foto: Cortesía de Prefectura de Pichincha

Betty Beltrán

En el corazón de Tabacundo, tras el parque San Blas, está la fábrica de ataúdes que la Prefectura de Pichincha se apuró en implementar por si el covid-19 provoca el aumento de víctimas mortales. Antes, en ese espacio se elaboraban implementos de metalmecánica.

Desde hace unas dos semanas, un grupo de obreros se emplea a fondo para hacer 320 féretros que se repartirán en los cantones de la provincia para que tengan disponibles en el caso de presentarse una emergencia. A la semana se hacen 80 unidades.

La idea surgió a raíz de que el COE de Pichincha dispuso que los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) lleven a cabo un protocolo para el manejo de cadáveres y exequias, con el fin de evitar situaciones como las que se han vivido en Guayaquil.

Por eso, la Prefectura se comprometió a entregar ataúdes dignos para las personas de escasos recursos. “Eso es lo mínimo que se puede hacer en estos momentos tan duros, entregar dignidad a los sectores más golpeados”, menciona Paola Pabón, prefecta de Pichincha.

Y la fábrica de metalmecánica de Tabacundo (cantón Pedro Moncayo) que, antes de la emergencia, tenía la tarea de hacer señalética vial, juegos deportivos para espacios públicos… ahora cambió su rol y hace ataúdes.

Andrés Salas, gerente del lugar, cuenta que tiene 45 empleados, pero solo 10 fueron llamados y con los debidos cuidados de bioseguridad: cinco en la parte de carpintería y cinco en el lacado y serigrafía. Trabajan en serie y con insumos que tenían en bodega.

Primero cortan la tabla tríplex; luego arman la caja de 1,90 m de largo, 40 cm de alto y 70 cm de ancho; el lijado y la preparación con un sellador de madera vienen después. Posteriormente, se pone la laca y un dibujo con motivo religioso se pone con serigrafía en la tapa del féretro.

Todo esto, insiste la Prefecta, “con el afán de estar preparados y organizados ante un posible escenario de emergencia sanitaria. Es un tema muy duro, pero la obligación de las autoridades es prepararse y evitar la crisis sanitaria” en la provincia.

La Prefectura también pondrá personal para actuar ante un caso de defunción, con un médico legista y auxiliar que hará la desinfección del lugar. Mientras que, un funcionario municipal disparará la alerta y se encargará de hacer todos los trámites en el Registro Civil y buscar los espacios en cementerios.

Eso, en especial, fuera de Quito. En la capital, el Municipio actúa en el manejo de cadáveres cuyos familiares no cuenten con seguros exequiales.

En la provincia, se ha revisado la información de los cementerios públicos y privados. Incluso los comunitarios que abundan en la zona norte de Pichincha (Pedro Moncayo y Cayambe).

Como ya están listos algunos ataúdes, el viernes habrán entregado ya -a través del COE Provincial- algunos de ellos a los cantones. Eran cinco para cada sector del noroccidente y los cantones, Rumiñahui, Mejía, Pedro Moncayo y Cayambe.

Y si, por si acaso, se requieren cofres mortuorios fuera de la provincia, Salas dice que no hay problema que con gusto sus 10 obreros trabajarán contrarreloj para donar esas cajas que en la tapa llevan una cruz, el rostro de Jesús y la frase: Descanse en paz.