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29 de diciembre de 2017 08:51

De aquí sale nuevito para el 2018

Hoy y mañana, en el cementerio de La Magdalena habrá toda una jornada, de 09:00 a 13:00, para quienes se animen a entrarle a la renovación. Foto: ÚN

Hoy y mañana, en el cementerio de La Magdalena habrá toda una jornada, de 09:00 a 13:00, para quienes se animen a entrarle a la renovación. Foto: ÚN

Redacción Últimas Noticias

En el corazón del Paraíso de La Magdalena, como bautizaron al camposanto de la parroquia del sur de Quito, le dejan listo para recibir el nuevo año a punta de buenas energías.

En el lugar, donde hay una hermandad de unos 1 000 socios, se realizan terapias de reiki. Ruth Tapia, una maestra formada en los talleres del Municipio, es la encargada de quitarle las cargas malas para que comience con todo el 2018.

Ella es parte de un grupo de hombres y mujeres que recibió la capacitación y, actualmente, completa 200 horas de prácticas en el Hospital del Sur. El 19 de enero terminarán.

Hoy y mañana, en el cementerio de La Magdalena habrá toda una jornada, de 09:00 a 13:00, para quienes se animen a entrarle a la renovación y, como dice Ruth, sanarse de una manera alternativa, con el trabajo de la energía, abriendo la mente y sacando los miedos. Y habrá chequeos médicos y oftalmológicos.

La iniciativa para prestar los servicios a la comunidad, cuenta Adolfo Chuquimarca, presidente del Paraíso de La Magdalena, nació en el 2015. Luego de vender un terreno adquirido por los socios del establecimiento, analizaron en qué invertir los recursos.

Y ni sabe. Sobre una de las losas donde se encuentran varios nichos, construyeron una sala de uso múltiple y los consultorios. En estos se empezó a atender hace unos cuatro meses.

La atención es el sábado y el costo es simbólico. En el caso del reiki, para los socios es de USD 5 y para el resto de pacientes, USD 10.

Hasta el consultorio del Paraíso llegan familias enteras. Y aunque la terapia ya tiene aceptación aún están en la difusión y viendo la afluencia. Una vez que haya mayor concurrencia, el objetivo es que entren en acción otros miembros del grupo de reiki formado en los talleres municipales.

Ruth cuenta las ventajas de tener el consultorio en el cementerio: silencio, tranquilidad y la colaboración de energías positivas. Aunque, claro, no niega que a veces se asoma alguna vibra negativa. Sin embargo, “las buenas son más”.
Antes de empezar la atención, la mujer realiza un circulo con incienso en la habitación, en la que de fondo están los nichos. Prepara la camilla y, junto a esta, coloca una vela encendida, sal en grano, un instrumento de madera y símbolos propios del reiki.

El primer pedido para el paciente es que se despoje de todos los artículos metálicos y los zapatos. El siguiente paso es recostarse en una camilla. La maestra cierra sus ojos, frota sus manos y comienza.

De entrada, le hacen una especie de escaneo y Ruth identifica, por ejemplo, si tiene resentimientos o si discutió con alguien. “Respire y suelte el aire lentamente”. Este es otro de los pedidos para los pacientes.

Ella, además de maestra, es testigo de primera mano de los resultados de la medicina alternativa. Cuenta que tenía un fuerte dolor en las rodillas que incluso le impedía caminar. Cuando experimentó el Reiki supo que la dolencia partía de resentimientos reprimidos y la necesidad de perdonar.