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11 de marzo de 2020 10:10

La Mena quiere rescatar su tesoro en el bosque

Los dirigentes barriales se reúnen frente a lo que queda de la hacienda. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Los dirigentes barriales se reúnen frente a lo que queda de la hacienda. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Los vecinos de la parroquia La Mena tienen un tesoro, y hace tiempo que lo quieren visibilizar y mostrarlo a todo el sur de Quito. Se trata de la casa de hacienda que se anidó por el sector y formó parte de las aventuras y leyendas de la gente de los alrededores.

El predio probablemente tenga más de 150 años y está ubicado en la espesura del bosque de cipreses, pinos y eucaliptos, entre el lindero de la Ciudadela Tarqui y el barrio San Fernando. El paso de los años ha destrozado la casa, pero sigue siendo un imán para propios y extraños.

Justamente por ese encanto es que la vecindad de los seis barrios de la parroquia -Tarqui, Biloxi, La Raya, San Fernando, Cooperativa Caminantes y Vencedores de Pichincha- quiere salvar a la casona, de la que ya solo hay unos pedazos de pared, su alta chimenea y las bases de las entradas.

Según Doris Escalante, integrante de la Asamblea Barrial, hay otra razón para proponer el rescate: “la identidad de la zona, pues en ese sitio está una parte de la historia de los barrios que, años después, se levantaron a su alrededor”.

Los dirigentes de los seis barrios de La Mena forman parte de la Mesa Interbarrial que se armó para apostar por este proyecto turístico, ambiental y cultural. El fin: generar una plataforma y un modelo de gestión de manejo de todos los recursos que tiene la parroquia, aclara Escalante.

De hecho, ya se hizo la propuesta para realizar algunas pruebas y declaren bien patrimonial a la casona de hacienda. La memoria oral existe, aclara Escalante, pues los más antiguos suelen contar que en sus mejores tiempos en ese punto se cultivaba trigo en la parte alta, aquella que colinda con los barrios La Dolorosa y Chilibulo.

Incluso los abuelitos decían que allí se realizaban rituales, agrega Hernán Sánchez, vecino de la Ciudadela Tarqui y de 75 años.

Él cuenta que cuando era joven “pocos se animaban a subir hasta la hacienda, porque estaba bien resguardada. Si por acaso los pescaban espiando, los metían presos”.

Antes de la década de los 70, la hacienda ya estaba deshabitada y solo había cuidadores, rememora don Hernán. Y cuando se declaró bosque protector al de Chilibulo, la gente tuvo el chance de conocer y deleitarse de la hermosura del sitio y de su aire puro.

Lo que queda de la casa hacienda son retazos de paredes, una chimenea con estructura mixta y más moderna. Pero en las bases se conserva el material original: chocoto. Para los vecinos, a pesar de que está en ruinas sí debe ser revalorizado este bien, porque es parte de ellos.

La propuesta no es solo recobrar la casa de hacienda, al menos una parte; la idea incluye hacer un estudio, de la mano de la Universidad Central del Ecuador (UCE), de las plantas endémicas que abundan en todo el bosque que fue declarado parque Metropolitano.

Es que el objetivo macro es trabajar un proyecto integral de turismo, el tema ambiental, el tema urbanístico y toda esta plataforma pueda ser en beneficio de la parroquia y, de pasito, sea un modelo de gestión a nivel del sur-occidente de Quito, apunta Escalante.

Si se logra recuperar parte de la estructura, la idea es -dice Escalante- hacer un espacio donde se pueda contar a los chicos el uso de las plantas a través de los saberes ancestrales, y también tener unos espacios de acogida para que los adultos mayores puedan llegar al punto y se relajen y desempolven su memoria.