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2010-09-14 19:29:10

La hora de las peinillas

administrador

Mientras cruza por la Juan León Mera, la joven mujer extiende el dedo medio de su mano derecha. Es que au00a0 ella no le ha hecho gracia el piropo que el vendedor de peinillas, Martín Moscoso, de 68 años de edad, le ha dichou00a0 a viva voz por medio de su megáfono: u0093u00a1estás guapa!, chulau0094.Un hombre que se gana la vida sacando fotos al instante considera que para Martín aún no es tarde para convertirse en estrella de cine. u0093Él puede hacer de Stuart Littleu0094, dice el hombreu00a0 que repara en la baja estatura del vendedor de peinillas.El delantal blanco, las gafas cafés,u00a0 el inmenso corbatín negro que Martín luce,u00a0u00a0 el megáfono y el atrevimiento con que Martín se toma la vida, le servirían de perlas en un casting  en Hollywood, al menos así piensa quien conoció a Martín en Montecristi, lugar del cual el vendedor de peinillas se trae el recuerdo de haber dejado muchos corazonesu00a0 rotos. u00a1Ahu00a0 bárbaro!Martín declara ser de Montecristi, al menos no se pierde la oportunidad de elegir de dónde ser oriundo, luego de que sus padres lo abandonaron cuando recién nació en las puertas del orfanato San Vicente de Paúl.u0093Peinillas para los pelucones, para los que se escapan de las oficinas. Estas peinillas son mejor que un juiciou0094, dice a los funcionarios de la Fiscalía, de la Roca y Juan León Mera.El sol quiere imponer otro récord de calor en Quito y Martín me invita a tomar una cola en el puesto de caramelos de un hombre que da fe de haber conocido a Martín en el orfanato cuando él era inspector de este lugar.Martín no tiene rencor para sus progenitores, tampoco hay ganas de conocerlos. Lo más seguro es que ya esténu00a0 muertos y punto.A pesar del abandono le aparecieron un par de hermanos que viven su vida aparte, así de sencillas son las cosas.Del orfanato solo recuerda a una mujer anciana que lo cuidó. A los 12 años tuvo que iru00a0 a ganarse la vida.