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2010-11-11 14:12:09

Un pacto con pólvora

ConozzaConozza la historia de Juan... lleva 20 au00f1os pidiendo caridad y cada du00eda se le hace mu00e1s difu00edcil.

Perdió

una

pierna y a sus dos hijos cuando explotó su taller.u00a0La picardía de la vaca loca, el luminoso hechizo del castillo y la infantil inquietud de los silbadores se convirtieron en un demonio hambriento. Una ínfima chispa, parida por un error, por un mal golpe que Juan dio en un mortero de piedra, en la cual mezclaba el azufre con el carbón, puso al hombre en la calle.A Juan Maisanche, de 58 años, no le importa haber perdido su pierna en aquella explosión, ocurrida hace 25 años en la calle Bahía, lugar donde tenía su taller de juegos pirotécnicos: a

Juan

lo que le atormenta es no haber tenido el tiempo suficiente para poder despertar a sus dos hijos y evitar que estos mueran calcinados en el taller.u00a0La explosión fue tan fuerte que la casa que le arrendaban quedó cuarteada. Maisanche firmó un pacto con la pólvora cuando tenía 10 años, su padre le enseñó a ponerle mecha al seductor encanto del fuego.u00a0A los 18 Juan tenía su propio taller. Siempre fue consciente de que el trabajo era peligroso de que en cualquier momento podía volar sin alas, pero a Juan eso no le importó.u00a0Procreó once hijos y fue su esposa quien perdió la vida antes que él, cuando daba

a

luz a un niño, el mismo que ocho días más tarde

acompañaría a su madre en el cementerio, eso hace 30 años ya.u00a0Orugau0093Diga que en el nombre de Jesús va a entrar adentro y va a hablar con el Presidenteu0094, dice a gritos una mujer que vende lotería para los que quieren cambiar su suerte y veneno para ratas para los que ya no quieren saber nada de su suerte.u00a0Juan la escucha escéptico, la lotería, el Racumín, Dios ni el Presidente le inquietan, lleva

20 años pidiendo caridad y cada día que pasa se le hace más difícil cruzar la Plaza Grande para tomar el bus que lo llevará a la casa que arrienda en San Salvador, un barrio del sector de la Chorrera.u00a0Juan ha optado por cubrir el muñón de su pierna amputada con unos

cauchos que van al interior de una llanta. Antes de llegar a completar 10 metros en el camino, se detiene, respira con la boca abierta, siente que le falta todo mientras abandona el peso del cuerpo sobre un viejo bastón y un pequeño aparato de madera que él mismo se mandó a confeccionar para que le sirva de apoyo.u00a0Su edad y salud no le permiten incorporarse como cualquier otro discapacitado, José se mueve entablando una íntima relación con cada piedra y chicle pegado en la plaza.u00a0Luego del accidente Juan vivió por al menos dos años con unos ahorros. No olvida los 15 mil sucres que podía reunir en un día. u0093Eso era platau0094, dice al comparar el dólar diario que recauda

luego de levantarse a las 05:30,

barrer la casa, desayunar

e iniciar su

andar de una oruga.u00a0u0093Soy el mismo cuando veo juegos pirotécnicos, no tengo necesidad de nada, me gustaba el trabajo que hacíau0094, confiesa y hubiera seguido haciéndolo, de no ser por los hijos que le quedaron vivos, quienes le pidieron que deje la pólvora.u00a0u00a1Y claro que se divertía viendo a la vaca loca perseguir y quemarles los pelos a los chumados!, a los silbadores viviendo corto, pero intenso y a los castillos transportando a todos, incluido a él, a un

momento onírico.u00a0En sus pesadillas hay espinos, en sus días de recuerdos la ausencia de su esposa, quien le zurcía la ropa; faltan manos que le ayuden a recoger su ropa cuando está a punto de llover en las tardes.u00a0u0093No le pido ayuda a nadieu0094, dice resignado, u0093¿Quién me va a cargar?u0094, protesta

cansado en medio de la Plaza Grande.